ESTADOS UNIDOS.- Sam Shoemaker, de Los Ángeles, desafió las lógicas de la física en la búsqueda de alternativas sostenibles a los plásticos.

por la adaptación del micelio, la red de filamentos que forma la estructura de los hongos, concibió la idea de utilizar este material como bloque principal para crear embarcaciones ecológicas.

Su iniciativa va de la de abordar el cambio climático y de reorientar la manera en que la tecnología puede ofrecer soluciones innovadoras frente a los modelos industriales que han dominado durante décadas.

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De este modo, abrió un nuevo horizonte para el diseño en el ámbito marítimo.

En la costa oeste de Estados Unidos, construyó kayaks de aproximadamente 4.2 kilómetros entre la isla Catalina y San Pedro, marcando un hito en alternativas ecológicas que se extienden durante 12 horas, tuvo la inesperada compañía de un grupo de ballenas a 15 metros. “Me sentí identificado al verlas, establecí con ellas una conexión mística larga y profunda en aguas abiertas con una embarcación de este tipo”.

Kayak de hongos (Foto: Instagram)
Kayak de hongos (Foto: Instagram)

¿POR QUÉ EL MUSEO Y EL DISEÑO ESTÁN INTERESADOS EN ESTE AVANCE?

El logro no solo representa un avance técnico, sino que también pone en el centro del debate el potencial de los materiales derivados de hongos para transformar el sector marítimo.

Durante su viaje, Shoemaker enfrentó desafíos propios de la navegación, entre ellos el clima cambiante, una textura de superficie hidrofóbica y la estabilidad del vehículo, lo que añade un elemento de simbolismo a la jornada.

“Fue como un acto de meditación en movimiento”, expresó en entrevista con The Guardian.

La combinación de técnica artística e innovación científica en este experimento, que desafía los límites de lo posible en el uso de materiales biodegradables, ha resultado en parte de la fundamentación que constituye la base de crecimiento ecológico.

Shoemaker utilizó micelio de la especie Ganoderma applanatum.

El kayak que se posa como un mueble y cultiva el micelio en su interior, con más de 136 kilogramos de micelio, fue secado en horno durante aproximadamente una semana, segundo proceso de secado durante casi cuatro semanas, resultando en una estructura ligera y resistente.

El resultado fue una combinación resistente, hidrofóbica y de textura similar al corcho.

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