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Una familia en la provincia de Shanxi fue arrestada porque vendían sounvenirs a turistas de la Muralla China, pero lo hacían de manera ilegal, porque se robaban ladrillos, los comercializaban por internet y los enviaban por paquetería a varias ciudades e incluso otros países. El negocio ilícito que emprendieron les dejaba una ganancia equivalente a 300 pesos mexicanos por cada pieza que desmontaban de la estructura centenaria.
Todo parecía ir bien, pero las autoridades ubicaron en internet una publicación que ofrecía a la venta “supuestos ladrillos de la dinastía Ming” con imágenes de ladrillos dispersos.
Así que el gobierno se puso a indagar hasta que les cayeron traficando con patrimonio chino en páginas de comercio electrónico, por lo que fueron detenidos.

¿Ya había sucedido?
Sin embargo, no es la primera vez que esto sucede, porque en 2015 ya había un antecedente, pero se los volaban de una sección de la muralla en la provincia de Hebei, aunque en ese caso si obtuvieron varios miles de dólares.
Las autoridades recordaron que dañar o sustraer partes de este tipo de patrimonio constituye un delito grave, por lo que los implicados podrían enfrentar penas severas, incluyendo prisión. El caso ha generado indignación en redes sociales chinas, donde muchos usuarios exigen castigos ejemplares para quienes atenten contra bienes históricos.
La policía investiga si hubo más compradores y si otras personas están involucradas en la extracción ilegal de fragmentos del monumento. El caso se suma a una serie de incidentes recientes que han puesto en evidencia la vulnerabilidad de sitios históricos ante el vandalismo y el tráfico ilegal.
MÁS VIEJA. El hallazgo de ruinas en Shandong sitúa el inicio de la construcción de la Gran Muralla 300 años antes de lo que se pensaba, con sus tramos más antiguos erigidos entre finales de la dinastía Zhou (1046-771 A.C.) e inicios del Periodo de Primavera (770-476 A.C.).