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La analogía parece demasiado simple, pero funciona: imagina que tu cerebro es como el motor de un coche. Si no le pones gasolina por la mañana, no puede funcionar bien durante todo el día. Esto es exactamente lo que descubrió un grupo de científicos en Hong Kong al estudiar a 3,000 jóvenes durante tres años.
Los investigadores encontraron algo preocupante: solo tres de cada diez jóvenes desayunan todos los días. Esto significa que el 70% sale de su casa sin el combustible que su cerebro necesita para funcionar correctamente.
¿Cómo lo hicieron? Los científicos decidieron seguir a 3,154 jóvenes entre 15 y 25 años para entender qué pasaba en sus cerebros cuando no desayunaban. Durante tres años, les hicieron preguntas sobre sus hábitos de desayuno, cómo se sentían y qué tan bien podían concentrarse en la escuela o el trabajo.
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Los resultados fueron sorprendentes. Los jóvenes que no desayunaban tenían más problemas para mantener su atención, como si su cerebro fuera un teléfono con poca batería que se apagaba de repente. También se sentían más tristes y deprimidos que aquellos que sí desayunaban.
¿Pero por qué ocurre esto, si en la mañana despertamos “bien descansados”? Cuando dormimos, nuestro cerebro usa toda la energía que tenía guardada. Por la mañana, necesita combustible nuevo para empezar a trabajar. Si no desayunamos, el cerebro tiene que funcionar en modo de emergencia, como cuando tu teléfono entra en modo de ahorro de batería.
En este modo, el cerebro no puede hacer bien su trabajo más importante: controlar nuestra atención. Es como si tuviéramos un director de orquesta muy cansado sin ser capaz de mantener a sus músicos tocando al mismo tiempo.
Y si esto ocurre, ¿qué consecuencias se tienen? Los científicos descubrieron que cuando los jóvenes no pueden concentrarse bien, empiezan a sentirse tristes. Esto sucede porque el cerebro, que no puede mantener la atención, también tiene problemas para controlar las emociones.
Los expertos involucrados recomiendan crear rutinas de desayuno que sean fáciles de seguir, incluso en las mañanas más ocupadas.
Ideas como dejar preparado el desayuno desde la noche anterior o tener a la mano opciones sencillas como fruta picada o avena remojada pueden resolver este problema. Con poco tiempo, un sándwich, una quesadilla o fruta con yogur son buenas opciones portátiles para comer camino a la escuela o al trabajo.
El desayuno, a la luz de este trabajo de investigación, es mucho más que una comida más durante el inicio del día: es una forma de cuidar nuestra mente y nuestras emociones, y una forma de mantener un cerebro que funciona bien y de buenas.