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La “droga zombi” que tiene en alerta a Estados Unidos, la xilacina, se propaga de manera inquietante por los países de América Latina y en México, alerta el programa Global de Monitoreo de Drogas Sintéticas (SMART) de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
El último informe sobre nuevas sustancias sicotrópicas (NSP) en los mercados clandestinos de drogas de Latinoamérica sostiene que en México el producto químico circula mezclado con fentanilo y heroína.
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PELIIGROSA DROGA
La xilacina es un sedante no opioide usado como relajante muscular y fue diseñado y aprobado para uso exclusivo en la medicina veterinaria, no para consumo humano.
Entre los principales efectos está una sensación de euforia, sequedad de boca y desorientación; puede provocar somnolencia y amnesia, así como reducir el ritmo respiratorio, cardíaco y la presión arterial a niveles muy bajos.
Cuando se combina con otros depresores, como opioides o alcohol, existe riesgo de sobredosis, hipertensión, depresión respiratoria, apnea e incluso paro cardiaco.
El primer consumo conocido en seres humanos se produjo a principios de la década de 2000 en pueblos rurales de Puerto Rico, dedicados a la cría de ganado y de caballos de carreras. Posteriormente, se propagó a EU. Ahora, “se está detectando cada vez más en muestras de drogas ilícitas en la región, lo que plantea importantes problemas de salud pública, especialmente cuando se combina con fentanilo”. En los mercados de América Latina, fusionada con opioides, se comercializa regularmente bajo el nombre de ‘tranq’, ‘anestesia de caballo’ o ‘droga zombi’.
Miles de personas podrían consumir xilacina sin saberlo, ya que la sustancia podría estar presente en productos vendidos con otros nombres. En su informe, SMART también activa la alerta sobre la medetomidina, otro sedante veterinario, pero aún más potente.
Además, señala que su presencia en el mercado de las drogas ilícitas de Norteamérica es motivo de gran preocupación. La xilacina no se detecta de manera rutinaria a través de exámenes de orina, por lo que habría que añadir a los métodos de rastreo un análisis de cromatografía de gases.