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La cúspide de la Iglesia Católica ha elegido al 267º sucesor del apóstol Pedro en la cuarta votación del Cónclave, tercera del segundo día de deliberaciones.
La fumata blanca emergió de la chimenea de la Capilla Sixtina a las 18:07 horas, confirmando la noticia para los miles de fieles que esperaban en la Plaza de San Pedro.
Ahora se espera la aparición del cardenal protodiacono Dominique Mamberti en la Logia de las Bendiciones de la Basílica, quien anunciará el nombre del nuevo Pontífice con la tradicional fórmula "Annuntio vobis gaudium magnum, habemus Papam...". Posteriormente, el nuevo Papa se presentará ante los fieles reunidos en la plaza.
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Pero ahora la pregunta es
¿Cuál será el nombre del nuevo Pontífice?
La elección del nombre papal representa una tradición milenaria que puede indicar las futuras prioridades del pontificado. Esta tradición comenzó en el año 533 cuando el Papa Juan II, nacido como Mercurio, decidió cambiar su nombre por considerarlo inapropiado para un líder de la Iglesia Católica al hacer referencia a una deidad romana.
Desde finales del siglo X, el cambio de nombre se estableció como una práctica común, simbolizando el fin de la vida anterior y el inicio de una nueva existencia como guía de la Iglesia. Solamente dos pontífices han mantenido su nombre de bautismo: Adriano VI en 1522 y Marcelo II en 1555.
El nombre más utilizado en la historia papal ha sido Juan (23 veces), seguido por Gregorio y Benedicto (16), Clemente (14), León e Inocencio (13) y Pío (12). El Papa Francisco, fallecido el 21 de abril, sorprendió en 2013 al elegir un nombre nunca antes adoptado por un Papa, asociando su pontificado con los valores de paz, fraternidad y defensa de los más vulnerables, inspirado en San Francisco de Asís.