PREGUNTA

Ojalá me saquen de dudas. Siempre leo que la postura de “vaquera invertida” vuelve locos a los hombres, pero la verdad no sé si la estoy haciendo bien. ¿Hay alguna técnica o truco para que no sea incómodo (ni para él ni para mí)? Porque cada vez que la intento, acabo más preocupada por no caerme que por disfrutar. María P.

RESPUESTA

María, lo primero: no estás sola. La “vaquera invertida” tiene fama de ser tan excitante como peligrosa para el equilibrio —es la versión subida de tono del rodeo, y sí, tú llevas las riendas—. Esta posición consiste en que tú te sientas sobre tu pareja mirando hacia sus pies, no hacia su cara. Lo más importante es controlar el ritmo y el ángulo, no la acrobacia. Para evitar lesiones (o risas nerviosas), apoya tus manos sobre sus muslos o rodillas, y usa tus rodillas como punto de estabilidad. Puedes moverte hacia adelante y atrás en lugar de arriba y abajo, que suele ser más placentero para ambos y reduce el riesgo de que algo se doble donde no debe. Y si quieres subir la temperatura sin convertir el momento en un acto de equilibrio olímpico, prueba con una ligera inclinación del torso hacia adelante y juega con la mirada: aunque no lo veas, él sabe lo que estás haciendo…y eso también lo enloquece.

PREGUNTA

Mi novia dice que soy adicto a oler su ropa interior y que eso ya roza lo enfermo. Pero a mí me encanta su olor, me excita muchísimo. ¿Eso ya es fetiche o simple amor intenso? Leo C.

RESPUESTA

Leo, no estás enfermo, pero sí tienes un rasgo fetichista olfativo, algo completamente normal si no afecta tu vida íntima o emocional. El olor corporal —especialmente el de la ropa interior usada—contiene feromonas naturales que activan zonas cerebrales relacionadas con el deseo y la memoria emocional. Por eso, oler a la pareja puede resultar tan erótico como tocarla. El límite está en el respeto: mientras tu pareja lo consienta, todo bien. Pero si ella se siente incómoda, conviene hablarlo sin culpa ni burla

Google News