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Cita, La Agradecida
Mi mesa del comedor está vieja, tiene una pata coja y sin el pedazo de cartón que le puse, se tambalea. Pero cuando sirvo mi pollo con mole, mi arroz a la mexicana, mi ensalada de nopalitos, mis frijoles borrachos y mis tortillas calientes, me siento millonaria. Con tener a mis hijos sentados en la mesa inicia mi fiesta. Mi marido sólo se burla y dice que gasto todo en el mercado, que no es un día especial, pero yo lo noto contento y cuando se van todos, hasta me ayuda a lavar los platos y me abraza viendo series. ¿Verdad que no me estoy inventando alegría en cosas que no la tienen?
No te inventas nada: la alegría existe en esa mesa porque la llenas de amor. Los platillos se vuelven banquete cuando están acompañados de risas. Esa fiesta secreta que sientes es real. Ese premio de intimidad es real. Pasarla en familia es un premio real y delicioso.
Tista, La Optimista
Volví feliz de una fiesta en el barrio: mariachis, piñata, niños corriendo bajo la lluvia. Me topé con un exnovio y, sin hablar del pasado, nos divertimos; él conoce mis mañas y a mí me gustan las suyas. Hicimos el amor y llegué a casa con ganas de compartir esa alegría con mis papás. Pero al entrar, encontré otra vez ese silencio muerto: mi papá y mi mamá, cada uno en su rincón, mascando enojos con la tele encendida en una serie de balazos. Mi entusiasmo chocó con esa pared. Y pensé: qué pánico casarse. ¿Cómo evitar terminar así?
No pierdas esa chispa nunca, ni, aunque choque con el silencio de otros. No dejes que nada te apague. Pon música, cocina manzanas con mantequilla y azúcar en el sartén para que perfumes la casa. Que nadie te robe la semilla de tu entusiasmo, no te dejes apagar por nada. Tu alegría es una joya. Su matrimonio es suyo, no es el tuyo.
Frida, La Arrepentida
Nos fuimos a vivir a casa de mi suegro porque no nos alcanza, pero fue un error que empeoró mi vida. Él repite siempre que aguantar es de mujeres fuertes, que así fueron su madre y su abuela, que en su casa mandan los hombres. Yo quiero ser fuerte, pero sé que la fuerza no es soportar humillaciones, que las decisiones se toman juntos y que las mujeres fuertes no son las que aguantan el mal trato. ¿Qué hacer para que mis hijas no se traguen estas ideas ridículas de mi marido, quien le da la razón a mi suegro?
Cambia la idea frente a tus hijas; hablar, exigir respeto, no repetir la historia es importante. La verdadera herencia no son los golpes aguantados, sino la voz que no se apaga, el cariño que se comparte. Salte de casa de tu suegro en la primera oportunidad que tengas; esos favores cuestan caros, esa no es una solución para nadie.