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PREGUNTA
No pensé que fuera a pasar, pero pasó. A los 60 años estoy con dos mujeres a la vez. Y no es solo deseo carnal, es lo que se complementa dentro de mi sexualidad el tener dos maestras del mismo tema pero en lenguaje distinto. Las amo a las dos, cada una me da algo que la otra no, y no sé renunciar a ninguna. Pero me odio por mentir. Me siento como esos hombres basura que siempre critiqué. ¿Cómo se vive con esta culpa? ¿Cómo se sale de esto sin destrozarlo todo?
RESPUESTA
No es el amor el que duele, es la mentira. No estás mal por amar a dos. Lo que te pesa no es el número, es el silencio. A tu edad, con todo lo vivido, ¿de verdad crees que solo se puede querer a una persona? Quizás para ti, como para muchos, el amor no es un anillo de compromiso eterno, es una llama que cambia de forma. El poliamor no es pecado si hay verdad. Si tú les hablas claro, si ellas eligen quedarse con todo lo que eres, eso ya no es traición, es acuerdo. Lo que duele no es compartir el amor, es ocultarlo. Quizás lo que te toca ahora no es elegir entre ellas, sino elegirte a ti con honestidad. Y luego, hablar. Quien ama merece ser amado sin esconderse. ¿Te atreves a que ellas tengan otros amores también?
PREGUNTA
Siento mucha inseguridad cuando estoy con una mujer. Me pongo nervioso, me cuesta mucho salir de mi cabeza. Pienso demasiado me sudan las manos, comienzo a toser. Siento que voy a eyacular, es exactamente eso. No sé fluir. Me muestro inseguro, torpe. Hasta a veces tartamudeo y por eso mejor me quedo callado y me odio. ¿Qué hago? Alvarado el Alterado
RESPUESTA
En vez de fingir que no te pasa nada, ¿por qué no masturbarte antes de llegar a la cita? Quizás eso te relaje. Además decir con franqueza: “Me pones nervioso”, puede ser buena idea, esa es una gran frase para iniciar algo real. Ser raro no es un problema. Ser falso sí. La gente que conecta profundo, a veces tarda más… pero deja raíces.
PREGUNTA
No me lo ha dicho, pero ya lo caché. Mi marido tiene un amante. Y sí, me duele… pero más que todo me asusta. Yo gano poquito, ¿quién pagará la renta? ¿Cómo voy a hacerle sola? Quiero pensar que es algo pasajero, que no debo de hacer gran drama, sólo dejar que se le pase. Quiero creer que será una fase. ¿Mejor me hago la mensa? ¿Esta situación me hace menos mujer? No lo sé , lo que sé es que me quita el sueño la inseguridad, la pregunta del qué va a ser de mí sin él me aterra.
RESPUESTA
No te hagas de menos. Piénsate como la mujer que calcula, que mide, que busca cómo sostener lo suyo en medio del caos. Si callar ahora es tu estrategia para sobrevivir, no estás traicionándote. Estás priorizando. Eso sí: no confundas tu silencio con cobardía, ni tu paciencia con resignación. Tienes derecho a decidir cuándo y cómo enfrentar esto. Es importante que sepas que tu amor propio no está en juego: no depende de quién te desea o con quién se acuesta él. Tu valor no se fue. Tu dignidad no se rompió. Solo estás resistiendo. Eso también es amor propio. Quizás si eres tú quien decide caminar sola por un tiempo te será más fácil. Acércate a gente que admiras, a tus amigos, a los que son aliados.
PREGUNTA
Me dijeron que la decencia era quedarme callada, vestida, cruzada de piernas. Fui decente. Me casé virgen, con el hombre que mi madre aprobó. Guardé mi juventud en un rosario que nunca suelto. Nunca fue tocada por nadie más, pero algo en mi cuerpo gritaba algo que yo entendía y que se llama deseo. Para mi esposo, mi cuerpo era sucio y solo servía para tener hijos, nunca tuvimos realmente placer. Lo acabó de descubrir homosexual. Estoy tan enojada conmigo misma que no sé quién soy, ni qué hacer, ni cómo comenzar el día. ¿Qué sigue para una tonta como yo?
RESPUESTA
Respira hondo. Eres valiente, aunque hoy te sientas rota. Lo que viviste no fue tonto, te enseñaron la decencia como camino. Eres una mujer despertando después de muchos años de anestesia. Y duele ver cómo el deseo fue encerrado, el cuerpo se convirtió en herramienta y no en fiesta. No te castigues, no te culpes. Ahora sabes algo que nadie podrá quitarte: que tú deseas, que tú también puedes gozar. Aunque creas que no sabes cómo empezar el día, ya empezaste. Sigue descubrir qué te gusta. Explora, llora, ríe, pregunta. Búscate entre los libros, en el cuerpo, en un grupo de mujeres, en una tarde contigo misma.