PREGUNTA:

Mi ex tiene un magnetismo masculino que genera atracción entre las mujeres. Es varonil, guapo y cantador; hay mujeres que caemos rendidas por hombres como él. Yo tenía 18 cuando me embarazó; No me quedé embarazada yo; él me embarazó porque se quitó el condón jurando que quería tener un hijo mío. Ya en el acto me pareció un poema su atrevimiento y durante el embarazo supe que había sido una idiota yo. 15 años después, mi hijo está repitiendo los pasos de un papá, es un mujeriego y huevón. ¿Qué hago para hacerlo entrar en razón?

RESPUESTA:

Un hombre con esas características seguramente tiene una mamá que nunca generó en él el entusiasmo por trabajar, por ayudar en casa, por servir una mesa y apoyar con dinero a la economía familiar. Nunca es tarde para hacerlo cambiar; céntrate en hacer de tu hijo un hombre de bien, tu atraes gandallas y aprovechados porque te dejas. todavía estás a tiempo.

PREGUNTA:

Rita, mi hija está enamorada de Joel; el muchacho que me está arreglando el baño y yo… lo único que no quiero es que Joel no se vaya de la casa… por ningún motivo. Mi hija se ha vuelto otra. Arreglada, amable, ayudadora. La presencia de Joel cambió nuestra dinámica. Parece que mi hija necesitaba tener un hombre que la vea como la mujer entera que es y yo la seguía viendo como una adolescente. Todo suena perfecto, pero Joel ya se queda mucho a dormir y yo tengo el cuarto grande, porque ese cuarto es mío y no lo quiero sacrificar, especialmente si soy la que paga la renta. Pero la verdad la que sale sobrando en la ecuación soy yo y sé que mi hija y Joel quieren la casa. ¿Qué debo hacer?

RESPUESTA:

Lo más sano es que ellos paguen su renta y tú la tuya. Ellos tienen que buscar hacer su nido. Apóyalos a que vivan solos es lo que toca, no es sano vivir de suegra en un espacio donde te sientes intrusa. Siempre estarás en desventaja. La pareja necesita su propia casa.

PREGUNTA:

Mi abuela adora a mi novia. Es la única que la acepta tal cual. Sin medirla, sin criticarla, sin esperar que aprenda español rápido. Nada más ve su sonrisa preciosa y los ojos azules con los que saluda cada mañana y yo veo a mi abuela sonreír. Por mucho, es su mejor momento del día. La ve y se pone de buenas, así como yo. Pero mi mamá no soporta que no hable español, dice que ese es un gran problema, que no la entiende. Sólo a mi mamá le cae mal mi novia, sólo mi mamá no la quiere ver en la casa. Mi abuela y yo si la queremos. ¿Qué le digo a mi mamá?

RESPUESTA:

Entiendo que la barrera del idioma es importante y que las costumbres de alguien de otro país pueden ser distintas, pero cuando el alma de las personas es buena, no hay nada que arreglar. Queda en ti elegir a tu novia y a tu futura esposa; a la mamá de tus hijos. Tu madre ya eligió cuando le tocó a ella.

PREGUNTA:

Mi hermano de 15 salió por fin del closet. Yo fui la que lo animé a hacerlo. Le costó, sobre todo, decirle a mi papá, quien siempre se ha referido a los homosexuales como maricones jodidos. El caso es que esa noche mi papá no dijo nada, se fue esa tarde de la casa, no regresó hasta el día siguiente y en casa no se ha vuelto a hablar del asunto. Mi mamá, quien ya lo sabía pero se hacía la tonta, me dijo que mi hermano hizo mal al confesarlo, que mi papá no está preparado para la noticia. ¨¿Preparado para la noticia?¨, le pregunté yo a mi mamá asombrada. ¿Cómo se prepara a un papá para que te acepte?

RESPUESTA:

Hay personas que siguen perteneciendo a esa generación ignorante y prejuiciosa. Temas como la religión, el color de la piel y la preferencia sexual, les causa agobio; es el miedo a lo distinto. Se sienten cómodos con lo “indiscutiblemente normal”. Esa manera de entender el mundo esta llena de temores, de no querer pensar ni elegir quién soy, qué quiero. Es un tema complejo. No sientas culpable; hay papás que en una vida entera no logran aceptar a sus hijos; que simplemente no puede cambiar. Ojalá ese no sea el caso de tu padre. No te sientas culpable. Tus intensiones son las correctas y eso es lo que cuenta.

​​PREGUNTA:

Mi esposo trabaja en casa desde la pandemia. Cinco años después, nos llevamos muy mal porque llego a casa. La razón es que siempre que llego del trabajo la casa está patas para arriba. Ya son cinco años desde que yo salgo a trabajar y él se queda. No mueve un vaso, no cocina, no hace ni la cama, bajo la escusa de que el también está en friega, qu eno por quedarse puede con la casa. Odio su desorden. Su calma frente al televisor. No tiene amigos, y ahora, ni colegas de oficina. Huele mal. Vaya, necesito romper con un hombre que ya no respeto, que no me ayuda y que no tiene donde ir. ¿Cómo le hago?

RESPUESTA:

Te has tardado mucho en defender tu espacio, en cambiar las normas del juego. Los acuerdos en el hogar deben de negociarse con frecuencia. La que está mal eres tú; él es un comodino, abusador. La separación puede ser temporal, un respiro. Nunca es demasiado tarde para respirar y vivir a tus anchas. Inténtalo.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Comentarios