He ahí la cuestión. El mundo de la astronomía —y buena parte de la sociedad— se encuentra impactado por el extraño comportamiento de 3I/ATLAS, un objeto interestelar, es decir, procedente de fuera de nuestro Sistema Solar. En un principio parecía un simple cometa, una roca espacial más, pero en las últimas horas su naturaleza se ha vuelto mucho más enigmática.

Desde su descubrimiento, 3I/ATLAS ha estado rodeado de misterio. Este objeto fue detectado por primera vez por el sistema de rastreo astronómico ATLAS (Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System), diseñado para alertar sobre posibles impactos de asteroides contra la Tierra. Sin embargo, lo que en un inicio parecía un cometa común pronto comenzó a desafiar las leyes conocidas: su brillo variable, los cambios abruptos en su trayectoria y la extraña orientación de su cola hicieron que algunos astrónomos lo compararan con otros visitantes interestelares como ‘Oumuamua (2017) o Borisov (2019), ambos también procedentes de fuera del Sistema Solar. La comunidad científica sigue dividida: para unos, se trata de un fenómeno natural aún mal comprendido; para otros, una pista más de que podríamos estar ante manifestaciones tecnológicas de inteligencias no humanas.

Hace unas semanas, un telescopio ubicado en las Islas Canarias, España, registró una escena tan insólita como inquietante: desde el núcleo del objeto se extendía un chorro tenue de gas y polvo de unos cinco kilómetros de longitud, apuntando directamente hacia el Sol.

¿Un cometa común o una nave extraterrestre?

Lo desconcertante es que jamás se había observado tal comportamiento en un cometa, ya que las colas de estos cuerpos siempre se alejan del Sol por efecto de la radiación y del viento solar. En cambio, 3I/ATLAS hace exactamente lo contrario.

El astrofísico y profesor de Harvard, Avi Loeb, ha vuelto a colocarse en el centro del debate mediático al sostener que este objeto podría ser una nave no humana. Según sus palabras: “La existencia de una ‘anticola’ apuntando hacia el Sol es una anomalía que plantea dos preguntas: ¿cuál es su naturaleza? y ¿por qué los expertos en cometas ignoran este fenómeno mientras insisten en que 3I/ATLAS es un cometa común?”.

Loeb también destacó que el Telescopio Espacial Hubble, en julio pasado, detectó un resplandor extendido proyectado hacia el Sol, lo que constituye —de acuerdo con el astrofísico— una anomalía física, un comportamiento contrario a las leyes conocidas de la dinámica cometaria.

¿Estamos ante un fenómeno natural nunca antes documentado o frente a un objeto de origen artificial? Para Loeb, hay un 40 % de posibilidades de que 3I/ATLAS sea una tecnología extraterrestre, quizá una nave diseñada para observar discretamente nuestro Sistema Solar bajo la apariencia de un cometa.

Si se trata de un cometa ordinario, al acercarse al Sol debería desintegrarse en fragmentos. Pero si es un artefacto tecnológico, podría liberar minisondas, como haría una “nave nodriza extraterrestre”.

El máximo acercamiento de 3I/ATLAS al Sol está previsto para el 29 de octubre, y los telescopios de todo el planeta ya se preparan para observar lo que ocurra. Más allá del debate sobre su posible origen artificial, 3I/ATLAS representa un hallazgo crucial para la ciencia, pues los expertos estiman que podría tener más de 10 000 millones de años, siendo así más antiguo que nuestro propio Sistema Solar y proveniente de una de las regiones más viejas de la Vía Láctea.

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