Desde mayo pasado, cuando el cardenal Robert Prevost fue elegido como Papa y adoptó el nombre de León XIV, pronunció desde la Plaza de San Pedro una frase que resonó profundamente: “El mal no prevalecerá”. Para muchos periodistas especializados en temas del misterio, esa declaración evocó de inmediato la figura de León XIII, el pontífice por quien tomó su nombre.
Aunque públicamente ha explicado que eligió llamarse así por la doctrina social de León XIII y su compromiso con los más desfavorecidos, la referencia al mal revela también otra conexión: la lucha contra el demonio, una causa que marcó la vida de su predecesor.
En el libro Habla un exorcista, del célebre exorcista italiano Gabriele Amorth, se narra la visión que tuvo el Papa León XIII durante una misa. Su colaborador más cercano, Domenico Pechenino, contó que el pontífice escuchó un diálogo entre Dios y Satanás.
En esa visión, el demonio se jactaba de poder destruir la Iglesia si se le concedían cien años más de influencia sobre el mundo. Los cien años siguientes, de hecho, estuvieron llenos de guerras, persecuciones y escándalos eclesiásticos.
¿Por qué el Papa León XIV retoma la lucha espiritual contra el mal?
Aquel impacto llevó a León XIII a escribir la célebre Oración a San Miguel Arcángel, destinada a ser rezada al final de cada misa para pedir protección frente al maligno.
Más de un siglo después, el nuevo Papa León XIV parece retomar esa batalla espiritual. A finales de septiembre, dirigió un mensaje a los cerca de 300 sacerdotes exorcistas reunidos en Roma durante el XV Congreso de la Asociación Internacional de Exorcistas. En su comunicado, reconoció el trabajo de quienes desempeñan ese “delicado y necesario ministerio del exorcista” e instó a vivirlo como un acto de liberación y consuelo.
El mensaje, firmado también por el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, alentó a continuar esa misión espiritual: “Es necesario sostener a los fieles realmente poseídos por el maligno con la oración y la invocación de la presencia eficaz de Cristo, para que mediante el sacramental del exorcismo el Señor conceda la victoria sobre Satanás”.
Con esta postura oficial y su bendición apostólica a los exorcistas, el Papa León XIV confirma que su pontificado no solo sigue la línea social de la Iglesia, sino también la defensa activa frente al mal, tal como lo anunció en su primer discurso.


