Desde hace décadas, los cielos europeos han sido escenario de enigmas aéreos. Durante la Guerra Fría, se reportaron oleadas de ovnis en países como Bélgica y Reino Unido, lo que alimentó tanto el debate científico como la sospecha de operaciones militares secretas. Hoy, en un mundo atravesado por tensiones geopolíticas, los nuevos protagonistas de estas historias son los drones, capaces de alterar el tráfico aéreo y sembrar incertidumbre en aeropuertos estratégicos. El dilema vuelve a plantearse: ¿estamos frente a tecnología humana avanzada o ante fenómenos que todavía no logramos comprender?

Cuando nació el estudio del fenómeno ovni, a mediados del siglo XX, identificar luces anómalas en el cielo no era tan complicado como lo es ahora. En aquel entonces, no existían tantos artefactos humanos sobrevolando la Tierra. Hoy, en cambio, la proliferación de drones y tecnología militar hace cada vez más difícil distinguir entre objetos convencionales y fenómenos aéreos no identificados.

Esta misma semana ocurrió un incidente impactante en Dinamarca. El aeropuerto de Aalborg se vio obligado a cerrar por la aparición de enigmáticos drones. La alarma fue mayor porque esa zona aérea sirve tanto para vuelos comerciales como para instalaciones militares. Los vuelos se suspendieron desde las 10 de la noche hasta pasada la 1 de la madrugada. Según la policía, los objetos parecían drones con luces encendidas.

Lo inquietante es que no se trató de un hecho aislado. Apenas dos días antes, el aeropuerto más grande del país, en Copenhague, también cerró de noche tras detectarse dos o tres drones de gran tamaño sobrevolando la zona. Eran objetos luminosos, desconocidos y de difícil explicación. Alrededor de 35 vuelos tuvieron que desviarse a otros aeropuertos, según la plataforma FlightRadar.

Los pocos datos difundidos por la policía danesa resultan más cercanos al perfil de un ovni que al de un simple dron: “Parecían haber sido operados por alguien con gran capacidad técnica, venían de múltiples direcciones y desaparecieron tras la interrupción”, señalaron las autoridades.

Y no fue todo. Esa misma semana, también se reportaron luces desconocidas cerca de los aeropuertos de Esbjerg, Sonderborg y Skrydstrup. El ministro de Defensa de Dinamarca, Troels Lund Poulsen, afirmó que los vuelos “sistemáticos” parecían obra de un “actor profesional”, diseñados para generar miedo y división. El ministro de Justicia, Peter Hummelgaard, incluso sugirió una posible implicación de Rusia.

El fenómeno se repitió en Noruega: en Oslo, la emisora NRK informó que un dron obligó a concentrar todo el tráfico aéreo en una sola pista. Casos similares se habían vivido ya en 2024, cuando la Base Aérea Wright-Patterson, en Ohio (EU), cerró durante cuatro horas por la presencia de drones.

Hoy muchos ciudadanos hablan ya de “drovnis”, una mezcla entre drones y ovnis. Porque, sea cual sea su origen, lo cierto es que estos objetos han burlado la tecnología humana: nadie ha podido identificarlos ni derribarlos.

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