Jonás y Margarita reñían en torno a la pensión alimenticia de su hijo Tomás, que padecía una discapacidad motriz.
Jonás, comerciante informal con ingresos irregulares, argumentaba que su situación no le permitía cubrir la cantidad que Margarita solicitaba; ella pedía un monto mayor para terapias, medicina y cuidados especiales del niño.
La mediación familiar se presentó como la vía más adecuada. Margarita acudió al Centro de Justicia Alternativa (CJA) del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México (Niños Héroes 133, colonia Doctores, alcaldía Cuauhtémoc), ya que no podía gastar en abogado.
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Fueron citados a una primera sesión en la que la mediadora familiar asignada les habló de la necesidad de mediar desde el respeto en la idea de ganar-ganar, y no quedar a la decisión de un juez familiar.
En una primera sesión, ambos expresaron sus preocupaciones, miedos y frustraciones. El mediador les recordó que el objetivo era asegurar la mejor calidad de vida para el niño.
Esto aligeró la corazón de Jonás de aumentar la pensión alimenticia de su hijo. Margarita, a su vez, en lugar de solo exigir, explicó detalladamente las necesidades de Tomás.
Ante ello, Jonás, al comprender la magnitud de los gastos que afrontaba Margarita, comenzó a buscar alternativas, comprometiéndose a pagar un monto mensual adicional y a cubrir ciertos gastos que variaban mes con mes, como las terapias y la compra de un equipo ortopédico.