El uso del celular y las redes sociales lo cambió todo, incluso la manera en que disfrutamos de los conciertos; y, en caso contrario, la mortificación por perderte a tu artista favorito y no poderlo postear en tus historias del momento.
Esto le ha dado más impulso al llamado síndrome FOMO (acrónimo en inglés de Fear Of Missing Out ), ese temor a no estar presente en el lugar donde todos están disfrutando, gozando una vida en apariencia perfecta, muy vinculado con la asistencia (o no) a conciertos y festivales.
Si lo llevamos a un plano real y musical, el FOMO se hace sentir cuando comienzas a ver en redes todas las publicaciones de la gente que disfruta de un concierto o espectáculo al que tú querías asistir y no pudiste, ya sea por trabajo, economía o mil razones más.
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Este síndrome puede tornarse peligroso cuando en la persona se genera cierta ansiedad, malestar, envidia o un sentimiento de exclusión frente a esa experiencia que los demás comparten con tanta alegría y emoción.
Después de la pandemia de 2020 se vivió una avalancha de espectáculos en la Ciudad de México. Todo mundo comenzó a salir de sus casas y corrió a los festivales y conciertos. Con tal de no perderse nada y mostrarle al mundo, vía redes, que eran sobrevivientes con ganas de disfrutar la vida, muchos exprimieron sus créditos bancarios sin misericordia. Algo que, hasta hoy en día, sigue pasando factura... pero ese es otro tema.
Las marcas y patrocinadores saben perfectamente del síndrome del FOMO; por eso tantas activaciones en los festivales. Entre más bonitos y coloridos son sus stands, más fotografías querrán compartir los asistentes: hay que mostrar que somos parte de esta hermosa fantasía de fin de semana y contagiar a los demás para que se unan a ella en ediciones posteriores.
¿Tú has sentido FOMO por algún concierto? Creo que a todos nos ha pasado. Y no lo veo mal cuando en verdad querías ver a alguno de tus artistas preferidos. El problema, creo yo, es cuando comienzas a tener esa sensación de pánico incluso con proyectos que, en el fondo, ni te interesaban demasiado. Yo no soy un buen ejemplo porque los conciertos son parte de mi chamba y prácticamente ya vi a todos mis héroes musicales, pero sí creo que hay que tomarlo con calma.
La música en vivo es cultura y vale la pena invertir en ella, pero, por el amor de Zeus, nunca por querer aparentar algo que no eres.
Hazte un favor y no caigas en consumismos baratos: porfa, no muerdas el anzuelo.