Fue la noche más oscura que ha caído sobre el Foro Sol. Y no lo digo como una metáfora: en verdad el cielo de la Ciudad de México se ensombreció, como si supiera que Black Sabbath estaba haciendo un ritual de ensueño para 60 mil súbditos. 26 de octubre de 2013.
El primer concierto de Black Sabbath en México con su vocalista original, Ozzy Osbourne (ya antes habían venido con Ronnie James Dio —“Dios” para algunos clavados, pero esa es otra historia—), una noche que recuerdo entre pasajes y penumbras, porque tampoco exagero cuando digo que llega a mi mente como un sueño o dulce pesadilla.
No era para menos. Black Sabbath había estado en muchas borracheras y veladas con mis primos y tíos. Era la parte salvaje de nuestras reuniones, y esa noche, desde diferentes ángulos y secciones del Foro Sol, estábamos juntos —a distancia, pero juntos— porque todos sentíamos lo mismo en el corazón: un contundente e inolvidable palpitar. Ver a Tony Iommi y Geezer Butler (otros dos fundadores de ese sonido semillero del rock pesado) fue sorprendente. Ozzy, el llamado Príncipe (hoy Rey) de las Tinieblas, era un imán que hipnotizaba con sus palabras y su: “¡No puedo escucharlos, maldita sea!”.
Lee también: Lucybell se despide de los escenarios en su mejor momento: "Queremos dejar un eco que siga sonando"
Cuando tocaron ‘N.I.B.’, regresé en el tiempo al bar 299, ubicado en Clavería, en Azcapotzalco. No sé cómo le hizo mi tío para meterme a ese santuario de rock y heavy metal (el mejor bar de rock que jamás existió) si yo era menor de edad, pero se agradece, porque esas notas de bajo y gritos altísimos del vocalista en turno se quedaron para siempre en mi cerebro: “¡Oh, yeah!”. La última vez que Ozzy Osbourne se presentó en México lo hizo como solista, acto estelar del Hell and Heaven 2018, realizado en el Autódromo Hermanos Rodríguez.
La rola final que se aventó ese día fue ‘Paranoid’. También fue la última canción que cantó en su vida (hace tres semanas, en su natal Birming- ham), gran himno del metal que entró de “relleno” para el segundo plato de Black Sabbath.
5 de mayo de 2018. Una enorme cruz a su espalda simbolizaba la última cena con Ozzy.
Pudimos despedirnos del Rey del metal, cuyo trono —ese trono que usó en el ya histórico Back to the Beginning— quedará vacante para la posteridad, porque no hay quien lo llene ni de cerca. Como dijo Clauzzen Hernández en el hermoso velorio que le hizo el jueves pasado en su programa Hexen, de Reactor: “Ozzy ya no es el Príncipe de las Tinieblas, es el Rey”.
Y mientras exista este espacio, aquí se le seguirá rindiendo tributo.“Ozzy ha muerto, ¡viva el Rey!” ¡Viva el Rey de las Tinieblas!