El cantante español tuvo un pacto con Tláloc, pues durante el concierto del pasado miércoles no cayó una sola gota de lluvia, si bien la ciudad ya estaba colapsada y el show comenzó hasta las 9:30 de la noche, con un leve retraso para que los asistentes alcanzaran a llegar.
Cientos de sombreros negros con una calavera al centro aparecieron en el Estadio GNP.
Eran los y las vaqueras listas para cantar El Club de los Imposibles, la primera canción con voz, luego de una apertura con música de circo, arrabal y burlesque llamada Otto e mezzo.
Con un traje rojo y una agrupación que sonaba fina y poderosa, Bunbury dio un repaso enfocado primordialmente en la primera etapa de su carrera en solitario, esa que empezó cuando él ya era una leyenda del rock en español tras el final de Héroes del Silencio.
Relajado, pero sin perder pizca de pasión, Enrique envolvió a sus seguidores en esa cantina musical que no requirió de temas de su antigua banda: no sonaron “La chispa adecuada” ni “Maldito duende” —gracias a los dioses del rock—; si acaso, se hizo presente “Apuesta por el rock and roll”, de la época de los Héroes del Silencio, aunque original de ‘Más Birras’.
“El extranjero”, “Que tengas suertecita”, “Sí”, “Sácame de aquí”, “Lady Blue”, “El jinete” y ... “Y al final”, fueron algunos de los temas que sonaron este miércoles pasado en una gira latinoamericana de Bunbury con estadios llenos y en ebullición.
No recuerdo cuándo fue la última vez que vi a Bunbury en vivo, quizá con ese regreso fugaz de Héroes del Silencio en 2007, también en el Foro Sol. Lo que sí me queda claro es que Enrique es un artista que está en el sound- track de toda una generación, la que se le entrega con fervor y canta cada canción como si les calara hondo.
Al inicio del concierto, un audio recomendó a los asistentes disfrutar del espectáculo sin celulares, olvidarse un poco de la tecnología y vivir el momento justo como cuando esa generación de la que hablo disfrutaba de los conciertos sin el uso de artefactos móviles.
Ya he escrito aquí antes cuánto me gustaría tener algunas fotos de los primeros conciertos a los que asistí a finales de los años noventa, cuando, evidentemente, los celulares aún no figuraban en nuestros bolsillos.
Me gustaría verme a casi 30 años de distancia, como seguramente en unas décadas veré las fotos y videos de este show de Bunbury en mis redes sociales, y volveré a recordarlo todo.
Sentiré de nuevo las emociones en el aire, la cerveza fría en los labios... Y nos volveremos a perder en el huracán.