Todavía hay quienes creen que al tomar el volante se ponen una corona invisible, como si el auto fuera trono y no transporte, y el claxon bastara para dictar sus propias leyes.
Un episodio más de arrogancia y discriminación se viralizó y exhibió el momento en que una conductora, detenida para la prueba del alcoholímetro, resiste la indicación e insulta a una oficial de tránsito.
El ataque verbal, encabezado por el “cerda” lanzado con desprecio, fue la muestra de un patrón donde el uniforme policial se percibe como sinónimo de servidumbre y no como símbolo de autoridad.
Este caso remite a lo ocurrido en julio pasado en la colonia Condesa, cuando una mujer, a quien en las redes sociales llamaron “lady racista”, agredió verbalmente —al llamar “indio” y “negro”— a un agente de tránsito que iba a colocar la araña inmovilizadora a su vehículo.
Ambos episodios, que fueron denunciados ante el MP, revelan la prepotencia como una forma de violencia social, un acto de discriminación que reproduce falsas jerarquías.
¿Por qué hay quienes se sienten con derecho de insultar a un policía?
La cultura cívica no es un tema menor, es la base de la convivencia social. En lugar de ver al agente como representante del orden legal, se le relega como blanco de insultos.
¡Ponte al tiro! Como ya lo ha mencionada la Jefa de Gobierno de la CDMX, Clara Brugada, estamos ante la oportunidad de construir una ciudad sin clasismo, racismo, discriminación, ni prepotencia sobre ruedas.
@guerrerochipres





