Los usuarios de los taxis son impredecibles, muchos hablan de su vida, otros critican al gobierno, algunos se refieren a la religión, pero lo que vivió Juan José R., fue algo inaudito.
“Yo le pegó en la madrugada porque se gana buena lana y se recorre poco la ciudad, son dejadas largas, pero como no hay tráfico se llega en fa.
“Una de tantas madrugadas, pasé por un table y una muchacha de muy buen ver me pidió que la llevara de la Zona Rosa hasta Xochimilco.
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“Ella, bien confianzuda, me dijo: ‘Manito, llévame hasta Xochi, delante de La Noria’. Eso hice, mientras ella sacaba de una maleta ropa.
“Sin pena alguna, se quitó el vestido que llevaba y sólo quedó en ropa interior.
“Por más que no quise ver, la curiosidad me ganó y ella se dio cuenta: ‘Échate tu taco de ojo, manito, hoy va por mi cuenta’, me dijo.
“De pronto, se puso una bata de enfermera y se colocó el gorrito blanco en la cabeza. ‘En mi casa no saben que trabajo en el table, sino que soy enfermera, que trabajo en un hospital, porque soy enfermera de carrera, pero deja más la bailada, manito’.
“Total, que al llegar a su destino me preguntó cuánto me debía y aunque marcaba $230 el taxímetro, porque de madrugada es la tarifa tres, le respondí que nada, que estábamos a mano por el show que me había dado, pero se negó y me pagó 300 pesos. Esa fue una gran madrugada”.
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