La señora Eréndira nos escribió para reconocer la labor de un taxista que le echó la mano cuando se estaba muy desesperada.
“Soy jubilada y tengo una carcachita, un auto viejito. El pasado mes de junio, iba subiendo el ‘Heberto Castillo’ y que se me apaga el coche.
“No tengo seguro y en ese momento ni para la grúa, todo un caos, lo bueno que eran como las 11 de la mañana y no había mucho tráfico.
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“No sé de mecánica, sólo me limité a esperar ayuda. Pasó una patrulla y muy amable me dijo: ‘en un momento le mandamos una grúa’, la cual nunca llegó.
“Le pedí apoyo a todo el mundo, hasta que un taxi se paró detrás de mí ‘¿qué le pasa al poderoso, jefa?’, me preguntó con sobrada confianza.
“Yo, desesperada, le respondí que no sabía, que simplemente se había apagado y ya no quiso arrancar.
“El señor, muy amable, me pidió que le abriera el cofre y me pidió que le diera marcha en varias ocasiones, hasta que me dijo: ‘Ya déjelo, ya vi que tiene’, y se fue a su coche.
“Me comentó que se le había roto el cable que pasaba la energía para el arranque y que por eso no daba marcha. En minutos, el coche arrancó. ‘Era eso, jefa, ya quedó como nuevo’. ¿Cuánto le debo? Le pregunté y me respondió: ‘nada, váyase con cuidado’. La verdad ni siquiera me dijo su nombre, sólo sé que fue mi ángel guardián. Si la llega a leer, le quiero dar las gracias”.
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