Israel pudo haberse convertido en uno más en las cifras de la delincuencia, pero por situaciones

“Resulta que iba circulando por avenida Juárez y dos personas me hicieron la parada y me dijeron que los, una dejada rápida.

“Al estar arriba, noté algo raro, porque sólo hablaban entre ellos y con voz baja, entonces les dije ‘llegamos rápido’ y sólo me dijo uno de ellos: ‘Chíngale, papá, que llevamos prisa’.

“Ya no les dirigí la palabra y manejé al destino.

“Entonces, salí para Reforma en busca de irme por Plaza de la República y salir por Zaragoza, cuando se me ponchó una llanta.

“Gracias a eso me salvé de algo malo, porque al darse cuenta de ello, ambos se bajaron y me gritaron con groserías: ‘Te salvaste pinche viejo, te íbamos a chingar la nave, pero así perdemos tiempo’, y se bajaron.

“Solo para que unos metros adelante abordaran otro taxi, y yo varado sin poder hacer nada y sin poderle advertir a mi colega.

“Se siente una impotencia enorme y para colmo, no pasó ninguna patrulla por el lugar."

“Cuando estaba cambiando la bendita llanta, le di gracias a Dios, porque otro cualquiera hubiera estado de malas, pero a mí, me salvó el pellejo y mi coche”, culmina.

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