El Centro Histórico (CH) vuelve a estar en el centro del debate. La Presidenta de la República ha señalado con claridad que corresponde a la jefa de Gobierno capitalina enfrentar los problemas que hoy aquejan a esta zona, que es patrimonio de todos: comercio informal desbordado, vialidades colapsadas y protestas que paralizan la vida cotidiana de miles de ciudadanos.
El llamado presidencial no es menor. Durante décadas, cada administración ha prometido “ordenar” el CH, pero casi siempre con resultados parciales. Hoy, la jefa de Gobierno ha emprendido operativos visibles, como el retiro de ambulantes en Bellas Artes, con el respaldo explícito de la mandataria federal. Sin embargo, la verdadera pregunta es si esta estrategia puede trascender la simple “limpieza urbana” para convertirse en una política integral y justa.
El riesgo es evidente: despejar calles sin alternativas reales solo desplaza el problema, agudiza la confrontación con comerciantes y erosiona la confianza ciudadana. El CH no puede ser un tablero donde se borran vendedores de un lado para que aparezcan en otro. Se requiere una visión de gobernanza compartida, donde gobierno, vecinos, comerciantes formales e informales y sociedad civil participemos en el diseño de soluciones.
Ello implica reubicación en espacios dignos, programas de formalización, corredores peatonales seguros, transporte ordenado y una estrategia de seguridad que proteja tanto a visitantes como a quienes trabajamos ahí. La revitalización cultural y turística.
El reto de Clara Brugada es demostrar que sí es posible un CH limpio, seguro y atractivo, pero también incluyente y justo. El mandato está sobre la mesa, lo que falta es que las decisiones no solo resuelvan la imagen, sino que atiendan las raíces sociales del problema.
Presidente de Procentrhico