El Centro Histórico atraviesa una de las etapas más críticas en su historia reciente. Las secuelas del plantón magisterial, que durante más de 23 días paralizó el corazón de la capital, aún se sienten profundamente entre quienes trabajamos y vivimos en él, dejando a comerciantes y empresarios al borde del colapso.
En la Autoridad del Centro Histórico, encabezada por Carlos Cervantes, y con la participación del subsecretario de Gobierno, Fadlala Akabani, se reconocieron estos daños y se acordó instalar mesas de trabajo con la Secretaría de Hacienda federal y la Tesorería capitalina.
El objetivo: buscar medidas fiscales que permitan mitigar las pérdidas y dar un respiro a cientos de negocios que aún luchan por mantenerse en pie.
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Sin embargo, al día de hoy seguimos esperando que estas mesas se instalen y comiencen a operar. La urgencia no admite pausas. Mientras los expedientes se acumulan y las agendas se ajustan, las cortinas de muchos locales ya no vuelven a levantarse.
También urge atender el crecimiento descontrolado del comercio informal en vía pública, que no solo compite deslealmente, sino que entorpece el tránsito, desincentiva al visitante y, en muchos casos, pone en riesgo la seguridad.
Este es otro de los temas que esperamos sean abordados directamente con la jefa de Gobierno, Clara Brugada, con quien se planteó sostener un diálogo frontal.
Reconocemos el compromiso de quienes han tendido puentes como Fadlala Akabani, Carlos Cervantes y Karen Orellana. Pero insistimos: el CH no puede esperar más. Requiere acciones concretas, voluntad política y, sobre todo, respuestas inmediatas. Salvar el CH no es una demanda sectorial, es una exigencia ciudadana.