Por: Aaron Rosenberg
El Centro Histórico (CH) necesita protección… pero no a costa de su vida económica. Cada tercer día hay una marcha en el CH. Lo que antes era una excepción, hoy es parte de nuestra rutina.
Y mientras las manifestaciones avanzan, los comerciantes retrocedemos: en ventas, en clientes, en estabilidad, en empleos.
No cuestionamos el derecho a manifestarse. Lo que cuestionamos es que las autoridades respondan a las protestas cerrando calles, colocando vallas y bloqueando accesos sin considerar el impacto directo que eso tiene en miles de negocios formales que sostienen la economía local.
Lee también: ¿Cómo solicitar un video del C5 de la CDMX? Aquí te decimos
Decisiones que, aunque se tomen “por seguridad”, están empujando al abismo a muchas familias que viven del comercio legítimo.
Quienes trabajamos en el Centro hemos aprendido a resistir, pero no podemos acostumbrarnos a la indiferencia. Cuando un funcionario declara que “aunque a algunos no les guste, tenemos que acotar y enmallar”, sin mostrar apertura a escuchar al sector productivo, el mensaje es claro: el comercio formal no es prioridad.
¿Y qué pasa mientras tanto? Restaurantes vacíos, tiendas a punto de cerrar, trabajadores que caminan horas porque no hay transporte y empleos que se pierden en silencio.
El CH no puede convertirse en una zona de paso para protestas, mientras su vocación comercial y cultural se debilita día tras día. Urge una política de equilibrio: que respete el derecho a manifestarse, sí, pero también el derecho a trabajar y a circular.
A las autoridades les pedimos diálogo real, no declaraciones. Soluciones, no vallas. Y sobre todo, sensibilidad ante la realidad de quienes todos los días abrimos nuestras cortinas en el corazón de esta ciudad.