Los linchamientos digitales volvieron a activarse —porque si algo no descansa en este país son los juicios exprés— y esta vez el blanco fue Fátima Bosch, recién coronada Miss Universe 2025.
Bastaron minutos para que estallaran teorías, memes y acusaciones de todo tipo.
El punto de quiebre ocurrió cuando uno de los organizadores quiso imponer una publicación comercial y Fátima dijo que no. Ese no, firme y sin titubeos, la colocó en un lugar distinto. La mostró decidida, segura de lo que piensa y ajena a ese viejo molde de la mujer que calladita se ve más bonita.
Ese gesto conectó con una audiencia cansada de repetir conductas que, por generaciones, se aceptaron como normales, aun cuando no lo eran.
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A partir de ahí surgieron versiones sobre supuestos intereses políticos e influencias familiares. Y aquí conviene separar las cosas: si hay corrupción, quienes tengan que dar la cara deberán hacerlo, y la justicia será la que determine lo que corresponda. Ese es un tema, otro completamente distinto es usar esas versiones para borrar su preparación, su temple y desempeño.
¿La polémica digital puede destruir una carrera o solo la vuelve más visible?
Donde sí puede haber un impacto real es en las marcas. Si la conversación pública insiste en ligar su triunfo a influencias políticas, podría generar desconfianza y echar abajo los ideales que ella expuso en el concurso. Además de lastimar su proyección profesional, dará la razón al incontrolable ataque personal en redes que recibió.
Lo verdaderamente contundente ocurrió en la televisión abierta. Mientras internet ardía, Imagen Televisión registró 1.8 millones de espectadores (y unos millones más en digital), cifra inédita para ese canal, mientras que La Granja de Azteca obtuvo números similares y Los Hilos del Pasado, de Las Estrellas, superó los cuatro millones. En total, más de 22 millones de personas estaban frente a la pantalla, incluido el América vs. Tigres Femenil, que también rebasó el millón. La polémica no solo encendió redes, reactivó la televisión abierta.
Y aunque muchos piensan que lo que vive Fátima es nuevo, el espejo histórico ahí está: Lupita Jones, Miss Universo 1991, a quien también llamaron Miss TLC en la época en que México firmaba su tratado comercial con Canadá y Estados Unidos. Jones también enfrentó cuestionamientos, etiquetas y sospechas; la diferencia es que entonces la conversación se armaba en los medios tradicionales, programas de chismes recién nacidos y los cafés llenos de opinadores, no en trending topics. La hoguera siempre ha estado, solo que hoy hace más ruido.
Minimizar a Fátima sería desconocer lo que construyó: un lugar ganado con temple, claridad y profesionalismo. Y aunque la hoguera digital intentó arrasarla, terminó colocándola en el centro del reflector, donde, esta vez, se plantó sin doblarse. Nos leemos la próxima, aquí donde quizá hablemos de ti.


