La Granja VIP cumple su primer mes de transmisión en Azteca Uno y, aunque el esfuerzo ha sido notable, enfrenta varias adversidades que la tienen estancada. Curiosamente, dos de ellas canal: ‘Exatlón México’ y ‘Acércate a Rocío’, sus principales obstáculos para ser líder en audiencia.

Los niveles de ratings reflejan un panorama claro: ‘Exatlón’ se mantiene sólido, ‘Acércate a Rocío’ conserva cifras estables y ‘La Granja VIP’, a diferencia de los otros, entra ‘de chiripa’ más vistos de la televisión abierta.

Alcanza su mejor desempeño únicamente durante las expulsiones, pero su competencia directa, ‘¿Quién es la Máscara?’, le duplica la audiencia, mientras ‘La Granja’ ronda los 2 millones de , el formato de Televisa-Univisión supera los 4 millones.

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A pesar del gran trabajo que realizan en redes sociales, donde incluso consolidaron alianzas estratégicas, ‘La Granja VIP’ se mantiene en un ‘ya merito’ que, por fórmula y elenco, debería traducirse en mucho más, emulando al fenómeno de ‘La Academia’ que cuando nació, tuvo un arranque similar y terminó repuntando, pero aquí el panorama es incierto.

¿Qué papel juega Adal Ramones en los bajos resultados de La Granja VIP?

Desde su origen, las malas decisiones marcaron el rumbo de ‘La Granja VIP’. En su momento, el casting pareció acertado por su diversidad y el potencial para generar historias; sin embargo, el desarrollo del programa se diluye con la conducción de Adal Ramones, quien tristemente decepcionó por sus constantes bandazos y la falta de identidad en su estilo.

No es que Adal sea un mal conductor, pero no ha evolucionado. Su fórmula, ya gastada, no ayuda al formato. Un día es el chistoso; al otro, el conquistador que va de la mano con una compañera conductora; y luego, el juez que intenta imponer respeto ante los granjeros. Ramones ha hecho de todo menos conducir, y eso explica en buena medida los resultados.

Adal podría ser un facilitador, pero su ego lo traiciona al recordar glorias pasadas y al enfrascarse en criticar a un reality de la competencia que ya terminó. No permite que nadie brille más que él, toma partido y parece no respetar el formato. Se percibe fuera de ritmo y sin control de la conversación.

Seguramente, en un futuro, Adal Ramones reconocerá que este no era el proyecto para él. Pero con el afán de proteger su propia imagen, es probable que su ego no le permita aceptar que simplemente ‘no dio el ancho’. Eso sí, el proyecto le permitió meterse unos milloncitos en poco tiempo.

En lugar de reconocer sus errores, seguirá aferrado a la idea que dejó el aire en 2007, sin darse cuenta de que la industria televisiva ha cambiado. Le quedan pocas semanas para demostrar que Azteca contrató a un gigante y no al presentador anclado en el mismo discurso desde hace 20 años. Nos leemos la próxima, aquí donde quizá hablemos de ti.

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