Vaya relajo el que armó Christian Nodal en la entrevista con Adela Micha. Más que dialogar, se dedicó a imponer su versión de los hechos, obsesionado con contradecir a Cazzu. Nodal no conversa: dicta. Él marca los tiempos, inventa villanos —trolls, campañas de odio, complots— y se coloca como héroe incomprendido que sufre por amar demasiado.
Intentó salir en defensa de Ángela Aguilar, asegurando que el odio que ella recibe es parte de campañas pagadas. Pero lo que quedó en evidencia es que, mientras él justifica y dramatiza, Ángela carga con la peor parte: los insultos, el juicio público y la etiqueta de “culpable” y, en vez de blindarla, como marido protector, la dejó más expuesta.
Su pose romántica tampoco lo ayuda. Se vende como enamorado, pero no acepta que lo vean como infiel o como macho. Encima, se queja de las 20 horas de vuelo para ver a su hija, como si fuera mérito y no responsabilidad. Y en su discurso, él fluye de relación en relación, mientras Cazzu queda como madre soltera y Ángela como villana.
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El problema es que Nodal sigue proyectando una imagen de macho viejo: el del hombre que decide cuándo es papá, cuándo se enamora y cómo se cuenta la historia. Al final, él se pinta como libre y ellas cargan con las etiquetas con un guion machista que lo hace ver más como un patriarca de rancho y no como el artista moderno y romántico que presume ser.
Lo curioso es que, mientras Nodal se incendiaba solo, las redes hicieron lo suyo: la avalancha de memes lo volvió tendencia y, de paso, le dio un empujón a Adela Micha. Con más de 4 millones de vistas en YouTube, la entrevista pudo dejar al menos de 12 a 20 mil dólares; y aún falta sumar lo que genera en Facebook, plataforma que paga por reproducciones y alcance, lo que convertirá este episodio en un ingreso recurrente.
Es decir, el escándalo para Adela, no solo fue rating inmediato, también será un buen negocio a futuro.
Paradójicamente, creo la carrera de Nodal no está del todo perdida: tiene juventud, talento y un público que lo sigue. Lo que necesita es trabajar duro y asumir las consecuencias en el entendido de que los escándalos y la memoria colectiva no son eternos; hoy lo crucifican en redes y mañana lo van a ovacionar en un palenque.
Mediáticamente, todavía puede rescatarse, pero solo si cambia el guion: menos reality y más música; menos “me atacan” y más “me equivoqué y aprendí”. Porque nada justifica que públicamente no se esfuerce en ser buen padre, un hombre fiel y congruente; tarde o temprano, la vida cobra factura y no creo que a Nodal le haga gracia ver a la mujer que más ama, reflejada en un hombre igualito a él.