Vaya forma de pasar facturas a a ciertas empresas. Con herramientas corporativas y egos inflados, me comentan que ejecutivos de plataformas como Netflix y Telemundo han decidido obstaculizar una causa filantrópica que apoya a niños con cáncer, como represalia contra el abogado Guillermo Pous, incluyendo a su empresa productora Pink Tiger Group.

, Pous, además de ser un abogado exitoso de grandes estrellas, ha impulsado una campaña para recaudar fondos en beneficio de niños con cáncer, convocando a celebridades para amplificar el mensaje y generar apoyo.

Sin embargo, de contenido en ambas empresas han enviado un mensaje contundente: mientras el abogado esté vinculado a litigios con personajes asociados a sus producciones, sus talentos no podrán participar ni dar testimonio alguno relacionado con esta causa.

Lee también:

Este tipo de restricciones no afectan a Pous directamente, sino a los niños que dependen de la visibilidad de la campaña para recibir ayuda.

La postura resulta especialmente dura si se considera que la campaña no busca lucro y ha sido completamente transparente.

Celebridades, aún sin aportar económicamente, han permitido que se generen recursos mediante actividades como rutas ciclistas patrocinadas, cuyos kilómetros recorridos se traducen en apoyos.

El trasfondo parece más personal que profesional. Por un lado, Pous ya no representa a Iván Aguilera, vinculado a un documental sobre Juan Gabriel, y por otro, su despacho emitió una advertencia legal contra Carlos Adyan, conductor de Telemundo, por un conflicto con la actriz Gabriela Spanic, también defendida en su momento por el abogado.

Casualmente, a raíz de ambas situaciones, Pous fue notificado de la decisión de limitar el apoyo, lo que deja en claro que el enojo de los ejecutivos de cartón que giraron la orden pesa más que el bienestar de cientos de niños beneficiados.

Este tipo de decisiones, carentes de ética, exponen el abuso de poder de empleados que anteponen intereses personales a causas sociales.

Hoy tienen una posición que no siempre corresponde a su mérito, y mañana podrían tener que justificar los recursos que desviaron o las decisiones que tomaron desde el privilegio que les otorgó una empresa, que los hace sentir que operan desde un púlpito.

Guillermo Pous analiza llevar el caso ante organismos internacionales para visibilizar este atropello, no por él, sino por los niños a los que representa. Porque esto no es una disputa de empresas, sino un reflejo del poder mal entendido de unos jefecillos balines.

Google News