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Érika planeó visitar a su hermano en la vecindad donde vivía, en Coyoacán. Al llegar a la habitación encontró un cuchillo sobre la cama y el cadáver de Ángel con las piernas atadas. La mujer sabía que su hermano vivía solo, en la colonia Pedregal Santo Domingo, y aunque a veces su pareja sentimental —de nombre Eduardo— dormía con él, ese día no lo hizo.
Por eso, Érika decidió llevar provisiones que su hermano necesitaba. Ella tocó a la puerta, pero al no encontrar respuesta, utilizó la copia de la llave que siempre llevaba, para buscar a Ángel.
Adentro encontró a su hermano tirado en la habitación. Él estaba ensangrentado y con las piernas inmovilizadas con una cinta.
Al mirar sobre la cama, vio un cuchillo con marcas de sangre. Por eso, salió en busca de ayuda de los vecinos.
Aunque sabían que el hombre estaba muerto, los habitantes de la vecindad pidieron auxilio de los paramédicos y policías. Ahí, los socorristas sólo pudieron confirmar que Ángel había perdido la vida por las lesiones hechas con un arma blanca en el cuerpo.
Nadie en la vecindad sabía si él tenía problemas con alguna persona. La hermana declaró que a Ángel sólo lo visitaba su novio Eduardo, del que se desconocía su ubicación.
