Hay que parecen sacadas de una película de terror, como la que te contaré hoy, la de la “mataviejitas” española, Remedios Sánchez, quien, en la Barcelona soleada del verano de 2006, aterrorizó los hogares de adultos mayores con asesinatos y crímenes, mientras, nadie se imaginaba que la responsable era una mujer aparentemente normal, una cocinera que escondía un monstruo en su interior.

¿Quién era realmente Remedios Sánchez?


A simple vista, Remedios era una del montón, divorciada, con dos hijos y un trabajo como cocinera en un bar. Era la típica persona con la que te cruzas por la calle y ni te fijas, sin embargo, detrás de esa fachada de normalidad, Sánchez tenía un problema gigantesco que la estaba consumiendo, pues era adicta al juego en las máquinas tragamonedas.

La ludopatía era su demonio personal, un agujero negro que se tragaba todo su dinero y la empujaba a hacer lo impensable, pues esa necesidad desesperada de conseguir dinero para jugar la convirtió en una depredadora.

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La adicción de Remedios no era un simple pasatiempo; era el motor de su vida y, finalmente, de sus crímenes, pues cada moneda que ganaba cocinando se iba directamente a la ranura de una máquina tragamonedas, además, cuando su sueldo no era suficiente, la desesperación la llevaba a buscar una fuente de ingresos mucho más siniestra, poniendo los ojos en las ancianas que vivían solas.

¿Cómo engañaba y atacaba a sus víctimas?


El plan de Remedios era tan simple que daba escalofríos, pues se peinaba y vestía de una forma muy particular para dar lástima, para parecer una pobre mujer que necesitaba ayuda; con esa apariencia se acercaba a las adultas mayores en la calle, contándoles una historia triste para ganar su confianza y, en un abrir y cerrar de ojos, ya estaba dentro de sus casas.

Una vez que cruzaba la puerta, la mujer amable y desvalida desaparecía, pues Remedios se transformaba en una bestia sin piedad, ya que asfixiaba o estrangulaba hasta la muerte a las viejitas, pues su único objetivo era robarles las joyas, el dinero y cualquier cosa de valor que pudiera vender rápidamente, con el fin de volver al bar y seguir echando monedas en la máquina.

En menos de un mes, Remedios dejó un rastro de terror tras quitarle la vida a tres ancianas y atacar a otras cinco que, por pura suerte, lograron sobrevivir para contarlo.

Detención y sentencia de Remedios Sánchez

La policía de Cataluña batallaba con el caso, ya que los ataques eran brutales y no parecían tener conexión, hasta que las piezas del rompecabezas empezaron a encajar, ya que finalmente, la atraparon gracias a los testimonios de las sobrevivientes, pero en particular de Dolores, una mujer que presentó a su amiga fallecida con Remedios, sin conocer al monstruo que había detrás.

Durante el juicio, Remedios se describió a sí misma como una persona “egoísta”, “terca” y de “mal genio”, mientras que los psicólogos que la analizaron vieron en ella una agresividad guardada, llena de "rabia, odio y resentimiento", pero dejaron claro que no tenía ninguna enfermedad mental, por lo cual el tribunal concluyó que no estaba loca, sino que era una criminal fría y calculadora que sabía perfectamente lo que hacía.

Remedios fue condenada a 144 años de cárcel, poniendo fin a su verano de sangre, pero dejando una herida en Barcelona que todavía se recuerda. La “mataviejas”, como la apodó la prensa, demostró que el mal, a veces, se esconde detrás de quien menos lo esperamos.

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