Si hay una historia de terror que te deja helado y que parece sacada de una película de sustos, es la de Patrick Mackay. Este asesino en serie británico, a quien apodaron "El Discípulo del Diablo", se encargó de sembrar el pánico en el Reino Unido a mediados de los setenta con una serie de crímenes que incluyeron el uso de un hacha.

Para que te des una idea del nivel de locura, Mackay no solo fue un psicópata, sino un tipo que se creía un dictador.

La infancia de Patrick fue un verdadero caos. Nacido en 1952 en un entorno familiar roto, con un padre alcohólico y violento, las cosas se torcieron desde muy temprano. A los diez años, con la muerte de su progenitor, en lugar de mejorar, la cosa empeoró. una aterradora escalada de crueldad animal y es que, torturaba gatos y conejos y hasta asó viva a su pequeña tortuga.

Este comportamiento, señalan los expertos, es una bandera roja gigante de una futura psicopatía. De clavar alfileres en los ojos de sus muñecos pasó a agredir a su propia familia.

A los 13 años, Mackay fue internado en un psiquiátrico, pero no le sirvió de nada. Los diagnósticos no mentían, el joven era un psicópata frío y un matón. Siguió acumulando condenas por robos y asaltos hasta que la cosa se puso seria, muy seria, en 1974.

¿Cómo era el modus operandi de Patrick Mackay en Londres?

El terror se desató en el oeste de Londres cuando Mackay, con apenas 21 años, comenzó su matanza. Su primera víctima fue Isabella Griffith, una viuda de 87 años. El truco era simple y escalofriante, pedía un vaso de agua, entraba a la casa de la anciana y la atacaba. Tras estrangularla y apuñalarla, se sentaba tranquilamente a escuchar la radio.

Pero la cosa escaló rápidamente en saña. A Adele Price, de 89 años, la mató de forma similar. Su crimen más recordado y sádico fue contra el padre Anthony Crean, un sacerdote a quien ya había robado antes. La rabia de Mackay, alimentada por la fascinación nazi y su mente desquiciada, lo llevó a atacar al cura con un cuchillo y un hacha, propinándole brutales hachazos hasta destrozarle el cráneo. Después de la masacre, el psicópata se tomó unas fotos en un fotomatón, donde quedó grabada la mirada desorbitada del "Discípulo del Diablo" devorando un trozo de pollo.

¿Qué pasó con Patrick Mackay y por qué no ha salido de prisión?

Gracias a la conexión con el sacerdote asesinado y su largo historial criminal, Patrick Mackay fue detenido. Durante los interrogatorios, confesó tres asesinatos de manera detallada, pero lo peor del caso es que se autoinculpó de ocho crímenes más.

Aunque no todos los detalles cuadraban, el número de víctimas que manejó en sus confesiones lo catapultó como uno de los asesinos seriales más notorios del Reino Unido.

En 1975, el tribunal lo encontró culpable de homicidio involuntario, con atenuante de responsabilidad disminuida por su enfermedad mental y le impuso cadena perpetua. El pronóstico de los psiquiatras fue lapidario y es que no mostró ni una pizca de arrepentimiento.

Actualmente, Mackay, quien se cambió el nombre a David Groves, sigue luchando por obtener la libertad condicional.

Aunque ha pasado la mayor parte de su vida adulta en la cárcel, a sus más de 70 años, la Junta de Libertad Condicional ha determinado que todavía "no es apto" para ser liberado, manteniendo a este psicópata bajo llave por el bien de la seguridad pública.

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