Más Información
Taxistas, travestis y trabajadores nocturnos comenzaron a aparecer muertos en Ecuador a inicios de los noventa. Detrás de esos crímenes estaba un rostro inesperado: un joven de mirada fría que pasaría a la historia como el asesino serial más joven del país.
Quito, inicios de los años noventa. Las noches frías de la capital escondían un secreto que pronto estremecería a todo Ecuador: un asesino en serie recorría las calles, pero no era un criminal experimentado, sino un adolescente de apenas 15 años. Su nombre era Juan Fernando Hermosa Suárez, pero la prensa lo bautizó como “El Niño del Terror”.
Lo que comenzó como pequeños robos en compañía de una pandilla juvenil pronto se transformó en una cadena de crímenes sangrientos. La primera víctima fue un taxista, asesinado de un disparo en la cabeza en noviembre de 1991. Desde entonces, los cadáveres comenzaron a aparecer en diferentes rincones de Quito. En tan solo cuatro meses, Hermosa fue señalado como el responsable de al menos 22 asesinatos, la mayoría taxistas y hombres homosexuales.
Lee también: Ángeles Caídos: ¿Quién es Dorothea Puente? La dulce anciana que llenó su jardín de cadáveres
La ciudad vivía con miedo. Nadie podía creer que detrás de tanta violencia estuviera un joven con rostro aniñado y mirada desafiante. Mientras los periódicos lo describían como un monstruo precoz, en los barrios populares corría el rumor de que el chico se paseaba por bares y discotecas como si nada.
Su captura llegó en enero de 1992, tras un intenso operativo policial que terminó en tragedia: durante el tiroteo, su madre adoptiva perdió la vida. Lejos de mostrar arrepentimiento, el adolescente confesó los crímenes con frialdad y hasta se jactó de ellos. La justicia, limitada por su edad, solo pudo condenarlo a cuatro años de internamiento en un centro de menores.
Pero la historia no acabó allí. En 1993, Hermosa protagonizó una fuga cinematográfica: con ayuda de su novia, ingresó un arma al penal, asesinó a un guardia y escapó junto a varios reclusos. Se refugió en Colombia, donde continuó delinquiendo, hasta que fue recapturado y extraditado a Ecuador.
El destino final de El Niño del Terror fue tan violento como su vida. El 28 de febrero de 1996, el día que cumplía 20 años, su cuerpo fue encontrado a orillas del río Aguarico, en Sucumbíos. Estaba irreconocible, con señales de tortura y múltiples disparos. Nadie reclamó justicia, y su asesinato quedó sin resolver.
Así terminó la historia del asesino serial más joven de Ecuador, un adolescente que sembró terror en todo un país y cuya vida se apagó de la misma manera en que la vivió: entre sangre, misterio y violencia.