a la cárcel, Juan Carlos se dio cuenta de las fallas del sistema penitenciario mexicano y la realidad de quienes intentan reinsertarse tras el encierro.

Juan Carlos, conocido en prisión como ‘Cheetos’, es un hombre cuya vida ha estado marcada por la violencia, la desconfianza hacia la autoridad y una cadena de decisiones impulsivas que lo llevaron a pasar más de dos décadas en distintas cárceles. Hijo único, creció sin padre —fallecido en el — y en un entorno hostil con su madre y sus tíos, dos de los cuales eran servidores públicos que lo golpeaban. Desde ahí nació un profundo resentimiento hacia las autoridades, que lo acompañaría hasta la adultez.

A los 18 años fue a una persona vinculada con la delincuencia. Durante el robo, ató a la víctima y se llevó varios objetos, entre ellos unos tenis, lo que derivó en una acusación de secuestro. Lo condenaron a 120 años de prisión, aunque él siempre afirmó que su delito no fue el que le imputaron.

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Su ingreso al penal fue el inicio de una larga y compleja relación con el sistema penitenciario. En el Reclusorio Norte, ‘Cheetos’ construyó su reputación. Inteligente, confiado y hábil para sobrevivir en entornos hostiles, se convirtió en parte de los grupos de poder. En prisión, aprendió que la lealtad era un valor clave.

Participó en motines, extorsiones y redes internas de tráfico de bienes. Fue sancionado varias veces y vivió meses en el temido módulo número 1, conocido como “la carnicería”, donde la tortura era cotidiana. Para sobrevivir, se vio obligado a herir a otro interno.

Durante años transitó entre cárceles —Norte, Oriente, Sur— y aprendió a moverse entre comandantes, custodios y grupos de poder. Tuvo dos hijos, a quienes adora, y en sus palabras, la relación con ellos le enseñó el valor de la calma y la tranquilidad.

Tras 15 años de encierro, logró que su sentencia de 120 años fuera modificada a 12 años gracias a un amparo. Quedó en libertad en 2019, pero en 2021 volvió a ser detenido, esta vez por portación de arma de uso exclusivo del Ejército y robo. Actualmente, enfrenta procesos relacionados con armas de fuego.

Hoy, ‘Cheetos’ carga con una vida llena de contrastes: del muchacho que se sentía invencible al hombre que busca redimirse. Vive con la conciencia de que su hija lo idolatra, y su hijo es más cercano a su abuela.

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