Su nombre aún provoca miedo en San Luis Potosí, Veracruz y Tamaulipas. Alfredo Rubio González, conocido como “La Bestia de la Huasteca”, fue uno de los asesinos seriales más violentos del México reciente. Su historia mezcla brutalidad, inteligencia y una fuga de película que expuso las fallas del sistema penitenciario.
El origen de una pesadilla en la Huasteca
Todo comenzó en los húmedos y calurosos pueblos de la región huasteca, donde el silencio de la selva ocultaba una historia escalofriante. En lugares como Ríoverde, Ciudad Valles y Tamazunchale, todavía se recuerda su nombre con miedo. Alfredo Rubio no era un criminal común: era un hombre inteligente, callado, con modales amables… pero detrás de esa fachada, escondía una mente oscura.
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Víctimas, testimonios y un patrón aterrador
En 2006, una joven madre logró escapar de sus manos. Relató a las autoridades cómo un hombre entró a su casa en Pánuco, Veracruz, la golpeó con precisión quirúrgica y la amenazó con matarla si gritaba. “Si me miras, te mueres”, le dijo.
Lo que nadie sabía era que Rubio ya había asesinado antes, y no se detendría. Su crimen más atroz fue en San Luis Potosí: una abuela y sus dos nietos, de 6 y 9 años, fueron brutalmente asesinados. Las víctimas estaban atadas, con signos de técnicas marciales. Rubio era experto en taekwondo, y utilizaba sus habilidades como herramienta letal.
Perfil psicológico de “La Bestia”: inteligencia, traumas y violencia
Según informes confidenciales, Alfredo sufrió abuso sexual por parte de su madre en la infancia, y fue víctima de bullying escolar. Con un coeficiente intelectual por encima del promedio, desarrolló una personalidad antisocial, calculadora y violenta. Para los expertos, su historia es un caso claro de cómo los traumas no tratados pueden derivar en crímenes seriales.
La fuga que sacudió a las autoridades
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En 2009 fue capturado tras una larga investigación. Sin embargo, en 2010 logró escapar del penal de Ríoverde, aprovechando un cambio de turno de custodios. Manipuló una reja y caminó hacia la libertad. Nadie se dio cuenta hasta el amanecer. ¿Hubo complicidad? Las autoridades nunca respondieron con claridad.
Durante meses estuvo prófugo, y el miedo regresó a los pueblos huastecos. Se hablaba de sombras, de desapariciones, de puertas forzadas. Finalmente fue recapturado en un retén en Ciudad Victoria, gracias a una cicatriz visible en el cuello.
Hoy, ¿dónde está “La Bestia de la Huasteca”?
Rubio cumple una condena de más de 120 años en un penal de máxima seguridad. Su caso sigue siendo estudiado por criminólogos y psiquiatras, y es uno de los expedientes más oscuros de la historia criminal en México.
Pero en los pueblos huastecos, cada vez que un niño desaparece o una casa aparece vacía, alguien susurra:
“¿Y si volvió La Bestia?”