Más Información
Desde 2009, René ha permanecido en el sistema penitenciario, resultado de una vida inmersa en el crimen organizado.
Su testimonio ofrece una perspectiva directa sobre las dinámicas de la delincuencia, las consecuencias personales y la corrupción sistémica.
Una infancia marcada por el crimen
La infancia de René estuvo marcada por un entorno criminógeno y la violencia intrafamiliar. A los diez años, ya se involucraba en el transporte de drogas, una decisión influenciada por la necesidad y el contexto social. Él mismo afirma: “solo tenía 10 años y acepté”. La diferencia económica entre el trabajo legal y la actividad ilícita era significativa: “Ganaba lo mismo en una semana trabajando con su papá que en 10 minutos moviendo marihuana”.
Lee también: ¿Cómo obtener tinacos y paneles solares GRATIS en Edomex? Últimos días
A los 14, ya había consumido diversas drogas, y a los 15, cometió su primer homicidio, un hecho que describe como una “mochila que cargas y cada vez pesa más”.
El ascenso en el crimen organizado
Su ascenso dentro de un cártel poderoso lo llevó a una posición relevante. René detalla la naturaleza de sus acciones, incluyendo la eliminación de víctimas; sus 38 tatuajes simbolizan a personas implicadas en sus actos violentos.
La brutalidad de su rol es evidente en sus palabras: “Sí es diferente matar a alguien por coraje, rencor, etc., a personas que son por encargo, eso es un poco más sencillo”.
Complicidad entre autoridades y crimen
El caso de René también expone la colusión entre el crimen organizado y las autoridades. Como hombre de confianza de un líder de cártel, fue testigo de cómo “la fuerza tiene que estar coludida con la policía, ellos son los que avisan”. Menciona que “se perdieron cuatro órdenes de aprehensión en mi contra”, lo que sugiere un nivel de protección dentro de la estructura criminal.
La interacción entre delincuencia y poder político llegaba al punto de patrocinar campañas políticas y establecer acuerdos.
Su caída: Un crimen sin cuerpos
Su detención no fue por los homicidios que se le atribuían, los cuales no pudieron ser probados legalmente debido a la ausencia de cuerpos. Como él explica: “No hay cuerpo, no hay homicidio, ni te pueden juzgar”.
Fue aprehendido por posesión de drogas y municiones, lo que le valió una condena federal. Sin embargo, su ingreso principal al sistema se debió a un enfrentamiento directo con siete agentes ministeriales, a quienes eliminó tras una estratagema. Este evento encapsula la violencia y complejidad de su trayectoria.
Su actualidad: Arrepentimiento y soledad
René reflexiona sobre las consecuencias de su vida. La soledad lo ha llevado a un punto de quiebre y a la conciencia del impacto de sus acciones en su familia. “Hoy me acabé la salud de mi madre, mis hijos no los conozco, ni a mis nietos”, comparte.
A pesar de los daños causados, René expresa un deseo de reinserción, buscando un nuevo comienzo alejado de su pasado criminal. “Hoy quisiera no haberme convertido en esta persona”, afirma.
Reconoce que “un perdón no es suficiente” para sus víctimas y que, de tener la libertad, “me sumaría a ellas para buscar a los desaparecidos”.