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Dahen, mejor conocido como “El Perro”, lleva 16 años recluido cumpliendo una sentencia de 43 años, resultado de decisiones marcadas por el miedo, la violencia y un pasado lleno de traumas. Desde temprana edad, su vida estuvo plagada de desamparo y conflictos.
A los 12 años vivía en las calles, con un perro como única compañía, hasta que Sergio Corona Mondragón, un conocido sicario, lo recogió y lo introdujo a un mundo de criminalidad.
En este ambiente, Dahen se encargaba de tareas logísticas, como limpiar y transportar mercancía. Una de las experiencias más perturbadoras de esta etapa fue alimentar a los perros con restos humanos de las víctimas.
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Esta vida lo incomodaba profundamente y, buscando un cambio, decidió ingresar a la milicia, creyendo que encontraría disciplina y propósito. Sin embargo, para él, la milicia se convirtió en “el peor error de su vida”. Fue dado de baja médica tras dos años y medio de servicio, y durante este tiempo estuvo involucrado en actos de violencia que continúan marcando su vida.
Tras su salida del servicio militar, trabajó en una agencia de seguridad, pero sus conductas antisociales y dificultades para adaptarse al entorno civil lo llevaron a involucrarse en un incidente grave: una extorsión por un video que le costó un millón de pesos. Su vida se descontroló aún más cuando, en un momento de miedo y confusión, levantó un arma y disparó, aunque afirma no recordar lo que ocurrió después. Huyó y amaneció en Hidalgo, donde finalmente decidió entregarse a las autoridades.
En prisión, “El Perro” ha luchado con problemas emocionales profundos, incluyendo disociación y rasgos de personalidad múltiple, que lo llevan a reprimir sus emociones y actuar de manera violenta. A pesar de esto, ha encontrado un propósito en pequeñas acciones cotidianas, como lavar ropa y entregar cobijas a los custodios. Estas actividades le brindan una sensación de utilidad en un entorno que describe como un lugar donde “pierdes mucho por tan poco”.
Reflexiona constantemente sobre su vida y las decisiones que lo llevaron a este punto. Reconoce que estar en prisión no es algo que desearía ni para su peor enemigo. A través de frases como “nadie está exento de vivir aquí”, busca transmitir una advertencia a otros sobre las consecuencias de las malas decisiones.
A pesar de su entorno, muestra pequeños gestos de humanidad que sugieren que no todo está perdido en él.
Con una fecha de salida en 2053, Dahen enfrenta un largo camino por delante, en el que la introspección y las pequeñas acciones diarias parecen ser su única forma de reconciliación. Su historia es un reflejo de cómo el abandono, las malas influencias y las decisiones precipitadas pueden llevar a un ciclo de violencia difícil de romper. Más allá de los errores, queda la esperanza de que, incluso en las sombras de la prisión, se pueda encontrar una forma de reconstruir lo que queda de una vida marcada por el dolor y la pérdida.