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Jorge Campos, uno de los porteros más emblemáticos en la historia del fútbol mexicano, tuvo un breve pero interesante paso por Cruz Azul, un episodio que muchos aficionados recuerdan con curiosidad debido a su personalidad carismática y estilo único dentro y fuera de la cancha. Aunque su estancia con la “Máquina Celeste” no fue tan larga como la de otros clubes, su paso por el equipo capitalino dejó huella en la década de los noventa.
Campos llegó a Cruz Azul en 1997, en un momento en que el club buscaba reforzarse con figuras de peso para recuperar protagonismo en el fútbol mexicano. Proveniente del Atlante, el arquero acapulqueño ya era una figura consagrada por su trayectoria en la selección nacional y por su estilo inconfundible: uniformes coloridos, reflejos felinos y la capacidad de jugar como delantero cuando la ocasión lo permitía.
Durante su etapa con el conjunto cementero, Jorge Campos disputó el Torneo de Invierno 1997, contribuyendo con su experiencia en un plantel que contaba con nombres como Carlos Hermosillo, Francisco Palencia y Benjamín Galindo. Aunque no fue titular indiscutible en todos los encuentros, su presencia en el vestidor aportó liderazgo y confianza. Ese mismo torneo terminó siendo histórico para Cruz Azul, ya que el equipo se coronó campeón del fútbol mexicano tras vencer al León en la final, rompiendo así una larga sequía de títulos de liga.
Si bien Campos no fue el arquero titular en la final, su papel dentro del grupo fue importante tras la experiencia que contaban sus guantes.
Después de su breve paso por la Máquina, Campos continuó su carrera con otros clubes. Su estancia en Cruz Azul, aunque corta, forma parte de una de las etapas más exitosas del club en los últimos años del siglo XX, recordando que incluso los ídolos fugaces pueden dejar una marca imborrable en la historia de un equipo.
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