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En los libros de historia se tiene poco registro del origen verdadero del bolígrafo y es que… ¿Qué dirías si te digo que hoy en día escribimos como escribimos gracias al futbol? Así es, el futbol, el deporte tan criticado por muchísima gente es responsable de lo que diariamente escribimos.
A principios del siglo XX la pluma estilográfica era la herramienta principal para escribir; sin embargo, contaba con algunos detalles que hacían incómodo el escribir, se atascaba muchas veces y dejaba un rastro de tinta.

Era una tarde lluviosa en Budapest, Hungría, aquí en plena calle se encontraban unos jóvenes divirtiéndose, jugando futbol, el periodista e inventor Ladislao José Biro se vio atraído por el ruido del balón rebotando y los gritos de los infantes. Fue hasta que uno de los niños hizo un golpeo de balón razo y aquí, derivado de la lluvia, el balón comenzó a dejar un rastro perfecto de agua que pintaba centímetro a centímetro su trayectoria. Este sencillo fenómeno le dio la idea al periodista de innovar e inventar el bolígrafo tal cual lo conocemos hoy, -Si este balón redondo es capaz de dejar el trazo del agua con perfección debería hacerlo también con la tinta.-
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Tras esta idea, Biro comenzó a trabajar en un prototipo donde ya utilizaba una pequeña bola que se bañaba en tinta y giraba junto con el movimiento de la mano para realizar un trazo. Fue en 1931 cuando presentó su invento en la Feria Internacional de Budapest; sin embargo, fue hasta 1938 que logró patentar su invento.
Para mala suerte de Biro, la producción de su invento se vio frenada porque era judío y se enfrentaba a la historia que ya conocemos, el movimiento nazi. El expresidente de argentina Agustín Pedro Justo vio potencial en su invento y lo apoyó en facilitar su migración a Argentina, estando aquí y con la ayuda de 40 empleados lanzaron al mercado su invento. Ocho años después, Marcel Bich compró los derechos del invento y lo lanzó al mercado en una versión más económica que llamó: Bic.
“Quizás el bolígrafo tuvo su origen en el futbol porque comparten una esencia fundamental: son instrumentos que siguen escribiendo historias trascendentales. Ambos nos han ayudado a que las vidas de miles de individuos jamás sean olvidadas. El trazo de una línea o un pase a la red tienen más en común de lo que nadie quiere creer”, dice Iker Ruiz del Barco en su libro “La vuelta al futbol en 80 historias”.