Rod Stewart fue la elegancia británica sobre el escenario del Palacio de los Deportes la noche de este martes, ante 15 mil personas, como parte de su gira One Last Time.

A sus 80 años, el cantante es un eterno y sexy joven que todo lo ha vivido; se permite salir con la camisa desaliñada sin perder un ápice de estilo. Atraviesa el escenario de polo a polo dando unos saltitos que enloquecen a esos fanáticos que lo han seguido por más de medio siglo de carrera y que también encienden una chispa de jovialidad cuando entonan sus canciones.

El concierto abrió puntual con 'Infatuation', 'Tonight I'm Yours (Don't Hurt Me)' y 'It Takes Two', con pasajes de violines, arpa, saxofón y percusiones; toda una orquesta estratégicamente distribuida en un escenario escalonado, con enormes pantallas de fondo y laterales en las que Rod les dio protagonismo.

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Rod Stewart, eternamente joven en el Palacio de los Deportes. Foto: (OCESA / Liliana Estrada)
Rod Stewart, eternamente joven en el Palacio de los Deportes. Foto: (OCESA / Liliana Estrada)

El séquito de coristas de Rod también tuvo un papel predominante, pues cada que la leyenda salía del escenario a tomar un respiro o a cambiarse de vestuario, ellas se quedaban al mando del micrófono, tal como sucedió en la parte central de 'Forever Young'.

Llegó el primer gran momento del concierto con 'Baby Jane' y 'Young Turks', entre guitarrazos, una esfera en las pantallas cual discoteca de los años 70 y un radiante Rod Stewart que se animaba a sacar sus mejores pasos con la complicidad de sus bailarinas/cantantes.

Después de esa fiebre energética, todo reposó en 'You're in My Heart (The Final Acclaim)' y esos acordes de guitarra acústica reconocibles al instante, en la que Rod dejó que todo el Palacio cantara a una sola voz uno de los coros: "You're in my heart, you're in my soul / You'll be my breath should I grow old...".

Tercer cambio de vestuario del cantante inglés, quien ahora sale con una chaqueta y camisa blanca (siempre desabotonada hasta el pecho), pantalones de vestir acampanados y los sutiles acordes de "I Don't Want to Talk About It", que, desde que comenzaron, todas las personas ubicadas en la pista dejaron sus asientos para grabar con sus celulares (porque sí, incluso a los más veteranos también les gusta llevarse un registro del momento).

Rod Stewart, eternamente joven en el Palacio de los Deportes. Foto: (OCESA / Liliana Estrada)
Rod Stewart, eternamente joven en el Palacio de los Deportes. Foto: (OCESA / Liliana Estrada)

Al tiempo en que Rod volvía a meterse al camerino, sus bellas cantantes realizaron una interpretación de 'Proud Mary', de Creedence Clearwater Revival (casualmente, la semana pasada estuvo John Fogerty en México). Stewart regresó con un traje amarillo que combinaba con su cabellera dorada, tenis azules y un balón de futbol que pateó con gran fuerza hacia lo alto para caer sobre las manos de un afortunado.

Con ese atuendo tan llamativo interpretó 'Da Ya Think I'm Sexy?', una oda a la sensualidad que hizo mover a todos desde sus asientos, y 'Stay With Me', de su etapa con Faces junto a Ronnie Wood antes de ser un Rolling Stone.

A minutos de arrancar el concierto, Rod anunció en las pantallas que, por la altura de la Ciudad de México, quizá tendrían algunos problemas y les faltaría el aire. La realidad es que el cantante lució cómodo desde el inicio hasta el final, que llegó con 'Love Train', con un público satisfecho por la entrega de su artista y su impecable agrupación.

La leyenda venía de una residencia en The Colosseum at Caesars Palace, en Las Vegas, y este jueves se presentará en el Estadio La Corregidora de Querétaro, al que regresa luego de 36 años de aquel histórico concierto en el que su voz abrió caminos, derribó muros ideológicos y marcó un antes y un después en la vida musical y rockera del país.

Rod Stewart anuncia su gira como "Una última vez", que deja entre ver una suerte de despedida. Sin embargo, la luz que emanan estrellas de esa magnitud, jamás se va, jamás se apaga, sigue iluminando a generaciones futuras, y se agradece, y se celebra, y se baila con eterna jovialidad aunque sea martes.

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