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Gaby Rivero no ganó MasterChef Celebrity, pero se llevó algo más valioso que un trofeo: respeto, nuevas amistades y un montón de aprendizajes. Y aunque ella asegura que no es “monedita de oro”, la eterna Maestra Ximena, como aún la recuerda medio país, salió del reality de TV Azteca entre aplausos, memes y comentarios que decían: “¡Nadie se puede enojar con Gaby!”
“Aprendí a manejar el estrés, el cansancio, a reponerme después de retos durísimos… Y, sobre todo, a respetar mucho más a los meseros y a quienes trabajan sirviendo comida”, cuenta con sinceridad.
Y es que para Gaby, la cocina fue solo una parte del reto: “Te cambia la cabeza. Empiezas a tener más tolerancia y a valorar el trabajo en equipo. Eso sí, aprendí más de los errores que de los aciertos.”
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Sobre las polémicas que suelen rodear al programa —la grilla, los bandos, los roces entre participantes y chefs— Gaby es clara: “En todas las competencias hay de todo. Pero aquí sí sentí que había respeto. Y cuando no lo había, se ponía orden. Como cuando Plutarco hizo un chiste fuera de lugar y el chef Herrera lo puso en su sitio. Me pareció bien. Hay que respetar la autoridad, porque tú estás ahí para aprender”, recalcó.
Para el público que la conocía por sus telenovelas, verla en un reality fue un encuentro con una versión más cercana y humana. “Yo no fingí ser otra persona. Fui yo. Y creo que eso se notó. A los que les gusta, qué bueno. Y a los que no... pues no soy monedita de oro.”
Aun así, su salida dolió. Dentro y fuera de la competencia, todos la querían. “Fue lindo sentir ese cariño. Al final, todos nos volvemos una familia, porque estamos viviendo lo mismo. Eso une”.
Gaby también se llevó amistades nuevas: desde Andrea Noli hasta Luis Fernando Peña, pasando por Rafa Polinesio, Dani Valle o Herly. “Hicimos clic. Aprendí de ellos, sobre todo de las nuevas generaciones. ¡Se organizan increíble! Siempre nos daban una paliza porque sabían seguir instrucciones, algo que a nosotros, la generación clásica, nos costaba”, acepta.
Y hablando de generaciones, ella también sabe que dejó huella. “Si alguna vez yo puedo inspirar a alguien, como a mí me inspiró Ofelia Medina, entonces qué orgullo.”
Tras su salida, Gaby está en casa dispuesta a apapachar a su esposo, Luis Francisco, quien está listo para una pequeña operación. Nada grave, pero sí una pausa necesaria.
“Me siento inspirada, con más confianza en la cocina. En mi casa el jefe es mi marido, pero ahora me respeta más cuando doy mi opinión culinaria”, cuenta divertida.
¿Y la actuación? Por ahora, en pausa. Tal vez regrese si se concreta una segunda temporada de “Nadie nos va a extrañar”, y mientras tanto, sigue empujando un proyecto llamado ‘Infinito Infantil’, una serie de animaciones con canciones para niños.
“Es contenido bonito, educativo, para los niños, justo donde están ahora: en internet”.
Una mujer que fue maestra en la ficción y que sigue siéndolo en la vida: aprendiendo, enseñando, y siempre con dulzura, aunque ella no se sienta “monedita de oro”.