El cierre de varias carreteras en el Bajío, desde el lunes pasado, sacó lo mejor y lo peor de muchas personas que, atrapadas en el caos vial, pasaron hasta 36 horas sin poder moverse en algún tramo entre la Ciudad de México, Morelia, Querétaro, León y Guadalajara.

Uno de las víctimas de las protestas de campesinos de la región, en busca de mejores pagos por la tonelada de maíz, fue el hijo del empresario taquillero Jesús Partida, quien, iracundo por no avanzar en su coche, utilizó sus redes sociales para lanzar una frase que se viralizó rápidamente: “Pobres nacieron y pobres morirán, se los aseguro”.

Una frase desafortunada por partida doble: primero, porque muestra el clasismo que habita en muchas personas en pleno 2025 y su falta de comprensión y solidaridad; y segundo, porque tristemente es verdad.

¿Qué revela el Informe de Movilidad Social 2025 sobre la desigualdad en México?

Según el Informe de Movilidad Social en México 2025, elaborado por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) y publicado en julio pasado, la mitad de los mexicanos que nacen en los estratos más pobres no logrará superar esa condición al convertirse en adultos.

Esa mitad, como dijo Pablo Partida en su desafortunado TikTok, nació pobre y morirá pobre.

Entre los datos del análisis del Espinosa Yglesias, solo 2 de cada 100 mexicanos que nacen en la clase más pobre ascenderá en su nivel económico. En sentido contrario, 51% de quienes nacen ricos así seguirán hasta su muerte.

El estudio concluye que la mitad de la desigualdad de ingresos en México tiene su raíz más allá de la voluntad individual: el nivel educativo de los padres, el tipo de trabajo (formal o informal) y el género influyen directamente en las oportunidades de movilidad.

Este fenómeno se explica porque las familias con mayor educación transmiten no solo recursos económicos, sino también expectativas, redes de contacto y conocimiento sobre cómo navegar el sistema educativo. En cambio, los hijos de padres sin estudios carecen de modelos a seguir y deben elegir entre estudiar o trabajar para contribuir al sustento familiar.

El sector laboral de los padres añade otra capa: los jóvenes cuyos padres trabajan en la informalidad tienen 40% menos probabilidad de conseguir su primer empleo formal, creando un círculo vicioso donde la informalidad se hereda.

Entre 2016 y 2022, la proporción de jóvenes que superó la escolaridad de sus padres bajó de 72.3% a 68.2%, según el INEGI. Además, el gasto familiar en educación cayó 21% entre 2016 y 2024, al pasar de 3,673 a 2,903 pesos trimestrales por hogar, a pesar de que las becas estudiantiles se hicieron universales.

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