Negarse a pagar una extorsión es una sentencia de muerte, lamentan productores citrícolas de y Puebla, así como comerciantes de Zacatecas y de Jalisco, para quienes la normalidad es pagar cuotas “como si fueran impuestos o costos de producción”, ante el temor de las amenazas.

Esta recoge historias de diferentes estados del país, en donde las víctimas también tuvieron que cambiar sus vidas: cederle terreno al crimen poco a poco, cambiarse de casa, abandonar su negocio ante la imposibilidad de seguir pagando la cuota o simplemente enviar a otra entidad a sus familiares para prevenir algún ataque.

Perdió a un hijo

Ya me acostumbré [a pagar] porque no quiero que me maten. Es un costo que se le agrega como si fuera por fertilizante o por producción, ya que no tenemos otra salida. Ya denuncié, pero lo que me aconsejan es pagar la cuota o cederle el terreno a la maña (...) porque ya me mataron un hijo”, comenta en entrevista José Alfredo, naranjero de Álamo, Veracruz, cuyo nombre fue modificado por seguridad.

Advierte que venderá uno de los dos terrenos en donde siembra cítricos para “ganarles algo” antes de que el crimen organizado ‘expropie’ sus tierras, pues el mecanismo operativo es elevar la cuota hasta que sea impagable, para luego invadir el predio bajo pretexto de cobrar la deuda por falta de pago de las extorsiones.

HASTA SE ENFERMAN

Otras consecuencias para las víctimas son los padecimientos crónicos derivados del miedo constante. Enfermedades como diabetes, hipertensión y depresión aparecen por el estrés postraumático de las amenazas de muerte.

En la Sierra Norte de Puebla, los hermanos Roberto y María, producen mandarina y naranja, son víctimas del cobro por salida de la fruta a mercados.

En septiembre del año pasado, uno de sus socios fue asesinado por negarse a la ‘expropiación’ de su terreno, lo que derivó en un infarto al miocardio de Roberto por miedo a que le pase lo mismo. Los nervios y el temor dejaron depresión e hipertensión en María, quien venderá el terreno donde nació y creció el negocio de su familia.

Cambio total. Manuel, productor de cítricos en Álamo, Veracruz, vendió su casa, su automóvil, su terreno y se cambió de ciudad y de giro laboral para sobrevivir, porque el crimen organizado amenazó con quemar su casa con su familia adentro.

En el último año, además de desplazarse, Manuel obligó a sus hijos y esposa a cerrar sus redes sociales, cambiar su número de teléfono, contrató seguridad privada y, aunque ya no está en el mismo estado, instaló en su casa un circuito de cámaras de videovigilancia.

Vendía estampitas

Tras negarse a pagar ‘derecho de piso’ en Guadalajara, Jalisco, una mujer de aproximadamente 32 años que se dedica a la venta de estampillas religiosas fue privada de la libertad por integrantes de un grupo delictivo, golpeada y liberada tres días después.

La mujer fue localizada la noche del pasado martes en las calles de la colonia La Higuera, en la capital de Jalisco, donde yacía desnuda, inconsciente y con huellas de tortura; los vecinos de la zona fueron quienes dieron aviso a las autoridades al verla en la banqueta.

La Fiscalía de Justicia del Estado de Jalisco confirma que en una primera entrevista la mujer dice ser víctima de extorsión y hasta ahora esa es la línea de investigación que se sigue en el caso, mientras ella sigue hospitalizada y en resguardo de las autoridades. Con información de Alelhí Salgado, Irma Mejía y Raúl Torres.

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