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Un estudio internacional que analizó datos de más de nueve millones de personas ha desmitificado la idea popular de que los infarto “nunca avisan”.
Muy por el contrario, esta investigación demuestra que prácticamente todos los eventos cardiovasculares tienen factores de riesgo identificables desde años antes de que ocurran.
Los investigadores involucrados examinaron información de dos grupos: uno, en Corea del Sur con 9.3 millones de participantes, y otra en Estados Unidos, con cerca de 6,800 personas. El seguimiento abarcó aproximadamente dos décadas, durante las cuales más de 600,000 personas experimentaron algún evento cardiovascular.
Los resultados no dejan lugar a dudas: 99.7% de quienes sufrieron un infarto cardíaco habían presentado al menos un factor de riesgo en niveles no óptimos antes del evento. La cifra se mantiene similar para derrames cerebrales, con 99.3%, y para insuficiencia cardíaca, con 99.4%.
Los cardiólogos explican como parte de este estudio que "no óptimo" no significa necesariamente alarmante.
Sin embargo, es de vital importancia tener en cuenta cuatro factores “tradicionales” entre los afectados: presión arterial a partir de 120/80, colesterol total desde 200 mg/dL, glucosa en ayunas desde 100 mg/dL, o haber fumado alguna vez.
Ojo, que a nivel mundial, estas cifras se encuentran por debajo de lo que típicamente se considera una condición médica que requiere tratamiento inmediato.
La investigación reveló además que entre 93% y 97% de las personas que sufrieron eventos cardiovasculares tenían dos o más factores de riesgo presentes simultáneamente. Este patrón se mantuvo consistente en todos los grupos de edad y en ambos sexos.
Los expertos señalan que estos hallazgos transforman la manera en que debemos entender la prevención cardiovascular. La ventana de oportunidad para actuar es mucho más amplia de lo que se pensaba. Una persona con presión arterial de 125/82, que técnicamente no tiene hipertensión diagnosticada, ya se encuentra en un camino que podría conducir a problemas serios si no toma medidas.
LA RECOMENDACIÓN DE SIEMPRE
La prevención comienza con chequeos regulares. Los adultos mayores de 20 años deben revisar su presión arterial al menos una vez al año. La medición de colesterol y glucosa debe realizarse cada tres a cinco años en personas sin factores de riesgo, y con mayor frecuencia si existe alguna alteración, como sobrepeso u obesidad.
Los cambios en el estilo de vida marcan una diferencia sustancial. Una dieta rica en frutas, verduras y granos enteros, combinada con ejercicio moderado de al menos 150 minutos semanales, puede mantener estos cuatro factores en rangos saludables. Dejar de fumar es una de las decisiones con más impacto positivo que una persona puede tomar para su salud cardiovascular.
El estudio también subraya que los médicos deben intervenir más temprano. Esperar a que los números alcancen niveles de diagnóstico formal puede significar perder años valiosos de prevención. Las conversaciones sobre factores de riesgo deben comenzar cuando los valores apenas empiezan a elevarse sobre lo óptimo.
Que esta investigación desmantele el mito del infarto súbito e inexplicable es confirmar que los eventos cardiovasculares no llegan de la nada. Cada infarto, cada derrame, cada caso de insuficiencia cardíaca tiene una historia previa que incluye señales medibles y modificables.