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“Mi hermano trabaja en una app de reparto y desgraciadamente estaba en el lugar equivocado a la hora equivocada”, dice David, hermano de Eduardo Romero Álvarez, víctima de la explosión de la pipa en el Puente de la Concordia, en Iztapalapa.
Eduardo, de 30 años, manejaba su motocicleta atrás de la pipa que volcó y estalló el miércoles pasado. La onda expansiva lo alcanzó y le dejó quemaduras en 90% de su cuerpo. Sólo se salvó la parte que le cubría el casco, asegura su hermano. Su cabeza y su rostro.
A cuatro días de la tragedia, su familia tiene fe en que saldrá adelante.
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“Yo sé que va salir, yo confío en él y va salir adelante, él es un chingón”, dice David, mientras realiza guardia afuera del Hospital Magdalena de las Salinas en espera de noticias de su hermano.
La tarde de la explosión, la mamá de Eduardo buscó comunicarse por teléfono con él, el oficio de su hijo la hizo sospechar. Al no obtener respuesta, la familia comenzó a buscar a Eduardo en las listas de heridos.
“Intuición de mamá, ya sabes, como ya no contestaba su teléfono y salía un Eduardo en las listas de heridos, lo empezamos a buscar hasta que lo encontramos aquí, en Magdalena de las Salinas”, relata David.
La familia dice que los médicos analizan una intervención para retirarle a Eduardo la piel quemada.