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Bidones de casi todos los tamaños, ollas de peltre o de aluminio ennegrecidas de humo y cochambre, tinas que resguardan sustancias a la intemperie, estufas hechizas de leña o gasolina, mesas de madera y todo tipo de utensilios caseros marcados por el desgaste y la suciedad son enseres propios de un sitio insalubre donde se preparan alimentos.
Son equipos que pueden encontrarse en los llamados narcolaboratorios asegurados al crimen organizado, instalaciones para la producción de drogas que cada vez son más abundantes en las sierras u otros lugares apartados del país y que resaltan por su insalubridad.
Las células delincuenciales instalan con mayor frecuencia los narcolaboratorios en zonas remotas que carecen de infraestructura y medidas de higiene, aumentando aún más el riesgo en la salud de quien consume estas sustancias.
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El aseguramiento de laboratorios clandestinos va en aumento. De enero de 2019 a diciembre de 2024, las fuerzas federales han asegurado 282 laboratorios clandestinos.
Sinaloa documenta 152 de estos sitios, el mayor número de aseguramientos; Durango le sigue con 51; Aguascalientes, con 16, y Jalisco y Michoacán, con 14 cada uno, entre otras entidades donde se han localizado.
Fuentes de seguridad consultadas refieren que de enero a junio de 2025 se han incautado 96 laboratorios clandestinos, es decir, las cifras de estos primeros seis meses de la actual administración superan a las de los años 2019, 2020, 2021, 2022 y 2024.
De acuerdo con una solicitud de información realizada por este diario vía transparencia a la Fiscalía General de la República (FGR), en 2019 se registraron 49 laboratorios clandestinos incautados. En 2020, se documentaron 57; en 2021 fueron 25 y en 2022, la cifra llegó a 27; en 2023, aumentó a 102 y en 2024, hubo 22.
El doctor Gabriel Vera, investigador en Ciencias Químicas por la UNAM, consideró que los utensilios para elaborar, por ejemplo, metanfetaminas, anteriormente se encontraban en una casa o taller y no tan alejados de la civilización.
“En la sierra donde se han localizado los laboratorios clandestinos los cocineros sólo tienen unos palos a la mano, antes los utensilios se veían de mejor calidad, si bien siempre han sido una constante los bidones de plástico, pero veíamos cosas de acero, vidrio, incluso equipo de seguridad, actualmente no se han encontrado mascarillas, trajes de protección o guantes”, detalla.
Comenta que los productos que utilizan las personas que “cocinan” las drogas pueden ocasionarles quemaduras en las vías respiratorias y en la piel. Lo mínimo que deben utilizar son gafas de seguridad y máscara respiratoria para vapores ácidos.
Sostiene que al momento de la elaboración de metanfetaminas se genera una cantidad de subproductos que se quedan impregnados en los mismos tambos y que seguramente las células delictivas reutilizan; por eso, cuando las autoridades aseguran los laboratorios clandestinos los utensilios se observan sucios y en muy mal estado.