En México, miles de personas viven con presión arterial alta sin saberlo. Peor aún, comiendo todos los días platillos que empeoran su condición.
Uno de los factores más riesgosos de esta ecuación letal es el consumo de sal, que altera directamente el trabajo de los riñones, que comienzan a retener más agua cuando una persona consume el sodio en exceso.
Este líquido adicional aumenta la cantidad de agua que circula por las arterias y las venas, lo que hace que la presión arterial suba. Es como abrir más la llave del agua conectada a una manguera en tu jardín: entre más agua hay, más presión se siente en sus paredes.
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Pero si la persona ya padece de hipertensión, consumir sal en exceso se convierte en un peligro aún más grave.
La presión arterial alta representa un factor de riesgo alto para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, incluidos ataques al corazón y derrames cerebrales.
Estos problemas ocurren porque el corazón debe trabajar más fuerte para bombear sangre cuando la presión arterial está alta. Con el tiempo, este esfuerzo extra puede dañar las arterias y debilitar el músculo cardíaco, hasta su colapso.
Sin embargo, los médicos enfatizan que la presión arterial alta se puede tratar y que las intervenciones tempranas pueden reducir significativamente la probabilidad de estas condiciones devastadoras.
RECOMENDACIONES DIARIAS
Con 40 millones de mexicanos padeciendo presión alta, según las estimaciones disponibles por la Secretaría de Salud del gobierno federal, es indispensable conocer qué ajustes en nuestro día a día ayudarían a mejorar la salud.
La Asociación Americana del Corazón recomienda que la población general no consuma más de 2,300 miligramos por día. Pero las personas que tienen problemas del riñón o del corazón, incluyendo la presión arterial alta, la recomendación baja a 1,500 miligramos por día.
Para poner estas cifras en perspectiva, una cucharadita de sal contiene aproximadamente 2,300 miligramos de sodio. Esto significa que las personas con presión alta deberían consumir menos de una cucharadita de sal al día, incluida toda la sal que abunda en los alimentos procesados que cotidianamente comemos.
Y es en este tipo de productos donde está la mayor parte de sal que consumimos regularmente, por eso creer que se puede controlar el consumo de sal simplemente al no agregarla en la comida es insuficiente.
La sal se usa en los alimentos procesados por dos razones principales: como potenciador de sabor y como conservador. Por estas razones, la sal se usa en cantidades altas en muchos alimentos enlatados, comidas preparadas y procesadas, y en restaurantes de cadena. Incluso alimentos dulces, como las galletas, pueden contener cantidades sorprendentes de sal.
Los alimentos procesados y ultra procesados contienen la mayor cantidad de sal oculta. Los embutidos como el jamón, los quesos industriales y la botana salada son algunos de los principales culpables.
Los restaurantes de comida rápida también representan un problema. Los estudios muestran que las personas que comen fuera de casa suelen consumir más sodio. Incluso los alimentos que no saben particularmente salados, como el pan, los cereales para el desayuno y las salsas pueden contener cantidades considerables de sal.
¿ES POSIBLE REDUCIR EL CONSUMO DE SAL?
Los médicos recomiendan varias estrategias prácticas para reducir el consumo de sal. La primera y más importante es revisar las etiquetas nutricionales de los alimentos siempre que sea posible y evitar aquellas que tiene el sello de EXCESO DE SODIO.
Preparar comida en casa con ingredientes frescos representa otra estrategia clave. Cuando las personas cocinan sus propias comidas, tienen control total sobre la cantidad de sal que agregan. Frutas, verduras, carnes sin procesar y granos enteros frescos naturalmente contienen menos sodio que sus versiones procesadas.
SUSTITUTOS DE SAL
Sustitutos para dar sabor:
El perejil, la albahaca y el comino pueden hacer que los alimentos sean sabrosos sin agregar sodio. Otras opciones incluyen usar jugo de limón, vinagre, ajo fresco o cebolla.