A casi cuatro años de su apertura y con más de 4 mil 400 expedientes abiertos, la Unidad de Salud Integral para Personas Trans de la Ciudad de México se mantiene como uno de los pocos espacios “seguros” a los que personas de la comunidad pueden acercarse en busca de atención médica y donde tejen redes de apoyo.
En palabras de sus trabajadores, quienes también pertenecen a la comunidad LGBT+, esta clínica es un espacio donde el acceso a la salud se transforma en empoderamiento para las personas de la diversidad, donde se les garantiza un derecho humano básico: el acceso a la salud, respetando sus identidades y brindándole la oportunidad de una vida plena.
amplía panorama. Desde su apertura, esta clínica “ha tenido un gran impacto” para las personas trans, afirmó Romi Pérez, del área comunitaria de la unidad de salud, pero también en la población en general, pues considera que este lugar ha ayudado a que la sociedad tenga más conocimiento sobre la diversidad de género y sexual, un tema todavía pendiente.
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“El hecho de que exista (la clínica) hace que la sociedad se empiece a cuestionar más sobre lo que está pasando; a pesar de que las personas trans siempre han existido, el hecho de que haya una clínica, de que se nombre, ayuda mucho a que una persona que no está dentro de la comunidad pueda empaparse un poco más del tema o que simplemente tenga curiosidad sobre por qué existe”, destacó.
No obstante, uno de los principales está relacionado con la atención de endocrinología, ya que aquí se atiende a personas trans —tanto binarias como no binarias— en sus procesos de transición y terapias hormonales, garantizando la ética y el respeto a su identidad.
“Se apoya para que le cuenten a sus familias; para que puedan hacer su cambio de identidad, documentación, expresar sentimientos y seguimiento médico seguro y especializado para llevar a cabo el tratamiento hormonal”, explicó Romi Pérez.