Los que hablan de violencia responden a la realidad social, por lo que la prioridad del gobierno de distintos niveles debe ser atender las causas del juvenicidio que vive México, más que cambiarlos o prohibirlos, coinciden tres personas estudiosas de la cultura y la juventud en el país.

Se refieren a la falta de proyectos de vida y a la precarización de los jóvenes ante una maquinaria de en la cual sus vidas son prescindibles.

Debido a la falta de proyectos viables de futuro, “el referente del narco se incorporó como un dispositivo de construcción de sentido de vida y de muerte en millones de jóvenes”, dice José Manuel Valenzuela, sociólogo del Colegio de la Frontera Norte (Colef) radicado en Tijuana.

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“Esto hay que enfrentarlo de una manera histórica y estructural”, considera Rossana Reguillo, antropóloga del ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara, y una de las estudiosas que acuñó el concepto de juvenicidio en Latinoamérica. “La música regional es un fenómeno que se ha venido gestando de manera muy vinculada a lo real”.

Para Ronaldo González, sociólogo y escritor sinaloense, una parte importante de la juventud mexicana nace, vive y se reproduce en la precariedad, la exclusión y la desigualdad. “Mientras se debata en esta vida que no es vivible, la juventud seguirá rendida al culto del narco”.

Este 7 de abril, la presidenta Claudia Sheinbaum presentará una estrategia para “darle una vuelta” a los corridos tumbados, a través de la cual se fomentará la producción de canciones de este género que no hagan “apología a la violencia” o al narcotráfico.

Reguillo advierte que la estrategia contra la violencia no es la censura ni la prohibición de las canciones, “sino una revisión de fondo de dónde están los problemas estructurales de este país, comunidades que han sido abandonadas a lo largo de los años”.

El tumbado responde al desencanto social: jóvenes que prefieren un presente, en tanto crecen los suicidios en ese sector y el homicidio como principal causa de muerte.

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