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La reciente propuesta de espectáculos taurinos no letales que ha propuesto esta mañana la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México retoma elementos de una tradición francesa en la que se prohíbe el uso de elementos punzantes y se garantiza el retorno del animal a su hábitat.
Su nombre es “Course Landaise” o corrida landas, por ser originaria de la región de Landes, en el sureste galo, y es uno de los ejemplos de cómo reinventar prácticas culturales sin dañar a los seres vivos.
La Course Landaise tiene su origen en siglo XIX como una adaptación de juegos rurales donde pastores demostraban agilidad frente a reses. A diferencia de las corridas españolas, aquí no hay capotes, espadas ni muertes. Los participantes, llamados “écarteurs” o esquivares, y los “sauteurs” o saltadores, realizan movimientos precisos para evitar cornadas o saltar sobre los animales, que son hembras de la raza Marine Landaise, más ligeras y ágiles que los toros de lidia.
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Cada “corrida a la francesa” puede ser en modalidad de parejas, en las que un écarteur y un sauteur ejecutan coreografías frente a una vaca, con jueces que califican técnica y estilo. O también en modalidad libre, en la que participan 10 personas que interactúan con el animal en un formato más improvisado, similar a los encierros.
La Course Landaise es un pilar identitario en las ciudades de Mont-de-Marsan, Dax y Biscarrosse, en las que, entre mayo y septiembre, se celebran más de 150 eventos que atraen a al menos 100 mil espectadores
REGLAS
- Las vacas no son heridas, ni se usan objetos punzantes. Cuernos y pezuñas están protegidos con almohadillas.
- Cada vaca participa en máximo tres carreras de 15 minutos por jornada, con
- periodos de descanso obligatorios.
- Un equipo revisa a los animales antes y después del espectáculo. Si una vaca muestra estrés, es retirada.
Los organizadores enfatizan que las reses son criadas en libertad y regresan a su hábitat tras su “jubilación” deportiva, que suele ocurrir a los 12 años.