Narcomenudeo, prostitución y apropiación del espacio por parte de personas en situación de calle, son comunes en entradas y salidas de algunas estaciones del

En pequeñas carpas que colocaron a escasos metros de los accesos de la estación Garibaldi de la Línea 8, varias pasan el día limpiando parabrisas y consumiendo sustancias prohibidas sobre Av. Reforma y el Eje 1 Norte. Ellos llaman búnkeres a los espacios inmersos en harapos, cartones y chácharas que colocan sobre las rejillas de ventilación del transporte naranja, que también les sirven para adaptar sombrillas y lonas.

Algo similar pasa en Guerrero e Hidalgo, de las líneas 3 y 2, respectivamente; en ellas los habitantes de campamentos improvisados tienden a secar sus ropas, adaptan muebles de madera al espacio público y, sin discreción, inhalan solventes, fuman marihuana, piedra y beben cerveza y licor de caña frente al paso de decenas de usuarios del Metro.

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En uno de los accesos de la estación Hidalgo, que lleva a la Plaza de la Información, espacio que los consumidores de marihuana llaman “Comuna 4:20”, es usual ver cómo usuarios del Metro se cubren boca y nariz, pues el aroma a hierba quemada llega hasta los torniquetes.

Foto: (Alberto Gozález. El Gráfico)
Foto: (Alberto Gozález. El Gráfico)

“Es muy molesto porque uno viene caminando y lo respira, duele la cabeza. Arriba es más notorio y lo malo es que ya no sólo consumen marihuana, sino otro tipo de productos. Es un riesgo, ya me tocó ver a una chica muy violenta, mucha gente pasa por ahí, ojalá la quitaran porque no es una comuna que consume solo marihuana, ya se presta para el consumo de otro tipo de sustancias, es un riesgo para quienes van con sus niños”, dijo la señora Alma Delia Franco, usuaria del Metro.

En la plazuela llena de gente con ojos rojos que tose al ritmo de reggae, es normal ver cómo ofrecen la planta en presentaciones como dulces, galletas, cigarrillos y otros tantos.

Justo enfrente, a una cuadra de la Iglesia de San Hipólito y muy cerca de otra salida del Metro, hombres y mujeres dedicados al sexoservicio esperan clientes a pie o en bancos, mientras la cotidianidad del ajetreo de la capital no se detiene.

Sobre esta situación, se consultó al STC Metro, y comentó que al desarrollarse fuera de sus instalaciones, son hechos que no le competen.

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