Se trata de un virus contagioso que se caracteriza por provocar vesículas y llagas que, la mayoría de las veces, suelen ser dolorosas.

La mala noticia es que no hay cura. “Permanece a lo largo de la vida, mientras la transmisión del se extiende a través del contacto directo, la piel portadora, el contacto con saliva o por úlceras y labios infectados; además, su transmisión es posible por el uso compartido de objetos personales; por ello, la prevención es crucial”, alerta Susana Canalizo Almeida, presidenta de la Fundación Mexicana para la

Esta enfermedad crónica suele desencadenarse por diversos factores como el estrés, el frío y la exposición a los rayos solares son detonantes de brotes y su transmisión se extiende con el contacto directo de la piel portadora, con saliva, con úlceras y, por supuesto, con besos. Además del uso compartido de objetos personales.

“Los brotes tienden a aparecer en el mismo lugar casi siempre y no crean una inmunidad adecuada”, alertó Canalizo.

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De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud, se estima que 67% de la población mundial, menor de 50 años, es portador del fuego labial, lo que muestra la alta prevalencia y facilidad con la que se transmite el virus.

Ante la mínima molestia se debe acudir con el médico especialista certificado en dermatología para diagnóstico preciso y temprano. En tanto, evitar el contacto físico y compartir utensilios y objetos personales-

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